Amanece, otro día más sin noticias ni actividad…me resulta extraño, tienen que estar preparando algo grande. Ya me han traído el desayuno, tiene que ser tarde, voy a arreglarme…
No me gusta ver mi cuerpo desnudo, las marcas de la vergüenza aún perduran en mi piel; las marcas del “shandauer” o “muro de protección antifascista” o “muro de la vergüenza”, da igual como lo llamen, el muro algún día caerá pero las marcas de mi cuerpo nunca desaparecerán. Yo fui una de esas niñas prodigio, esas que prepararon para llenar de gloria y oro esta parte del muro.
Como nadie, fuera de esta parte de la ciudad, reconocía la excelencia de este “buen diligente”, simplemente porque no la tiene, hizo que el deporte fuese su gran razón; quiso que la gloria y la fama que le negaba el resto del mundo fuera reconocida en el deporte. Calcó, paso a paso, los movimientos de la Unión Soviética y creó la mayor instrumentación del deporte que ha dado la historia. Ayudado por una legión de científicos, más de 1.800 durante 10 años, que consiguieron crear un producto indetectable mediante análisis de sangre, dopó a más de 10.000 niños de forma sistemática durante todo su reinado. El producto en cuestión recibió el nombre de ORAL TURINABLOL, un esteroide anabolizante que fue dado a los niños como “sustancias de apoyo”, unas vitaminas azules que haría que no enfermases. A estas alturas ya se empiezan a saber cuales son las consecuencias de las “vitaminas”. Tengo compañeras que no saben si son hombres o mujeres, desde luego mujeres no parecen, se tienen que afeitar, sus órganos sexuales no son los propios de una fémina e incluso se ha escuchado algún caso de mutilaciones vaginales excusadas con alguna operación de emergencia.
Para nosotras, cuando éramos “esas niñas”, el hecho de pertenecer a las “Escuelas Deportivas” era un sinónimo de status, de prestigio y de libertad, podíamos viajar y conocer otras partes del mundo. Pero el precio parece que va a ser más alto de lo que suponía nuestra mente adolescente, porque una vez dentro ya no hay marca atrás, y si lo intentas o desobedeces te considerarán
una desleal al régimen y serás aleccionada.
Yo todavía me pregunto como llegué aquí, a esta suite de lujo con ropa, joyas, servicio privado y con prestigio y, sobre todo, conservando un perfecto cuerpo de mujer, y máxime, cuando nunca llegué a competir…Yo fui una de esas niñas, si, pero pronto mi audacia y mis habilidades psicológicas destacaron sobre el resto. Enseguida me di cuentas que las “vitaminas” no eran tales, mi musculatura se desarrollaba rápidamente y empecé a tener desórdenes menstruales, por lo que dejé de tomármelas, y aunque debíamos ingerirlas delante del entrenador, conseguía no hacerlo…siempre se me ocurría alguna treta…hasta que me descubrieron y me arrestaron. Me torturaron física y psicológicamente en el sótano de una prisión sin ventanas era un habitáculo oscuro y húmedo. Pese al dolor y sentimiento de culpa, conseguí rearmarme y mantenerme fría; eso enfadó aún más a mi carcelero que decidió aplicarme el “Sistema Hohenschönhausen”, método pensado para la desmoralización del reo, mantenerlo a oscuras y aislado hasta llegar a perder todo sentido de la realidad. Aunque aislada y a oscuras, mi sentido del oido seguía intacto. Los gritos y alaridos se sucedían de día y de noche, esos no cesaban nunca, golpes, gota malaya, drogas creadas por la propia Stasi, radiaciones continuas. Tantos días los escuché, o quizás no fueron tantos, que llegué a no conmoverme, ni siquiera reaccionaba mi cuerpo, algo se rompió dentro de mi, al principio me asustaban pero poco después, los anhelaba…ya no volví a sentir nunca más…
Un buen día se abrió la puerta de la celda, me llevaron a las duchas, no había nadie más que yo y mis tres acompañantes; me dieron jabones, cremas y toallas. Al salir tenía un bonito vestido colgado de una perchero portátil para que no se manchase con la mugre de las paredes y una neceser con cosméticos. Miré fijamente a mis acompañantes esperando alguna explicación para tanto halago, pero sólo acertaron a decirme que Mielke quería verme. ¿Mielke? ¿Ese conocido chequista que combatió con las brigadas en la guerra de España y que trabajó en Moscú en el NKVD antes de regresar a Berlín para formas la temida Stasi, me reclamaba? ¿El fundador del servicio de control y vigilancia al ciudadano más implacable que haya existido, “el escudo y la espada del partido comunista” como le denominaron sus fundadores, quería hablar conmigo? ¿El ministro del partido que tiene como lema “Estamos en todas partes” y que llevan este lema hasta límites insospechados, que cuentan con 91.000 espías en nómina, 170.000 colaboradores extraoficiales y más de 300.000 informadores civiles, que son capaces de saber hasta la marca de dentífrico que usas habitualmente, quería comer conmigo? ¿La persona que destruyó las esperanzas profesionales, sociales y personales de miles de personas debido a la presión psicológica a la que eran sometidos, siendo sus propios esposos, profesores o vecinos el que le informaba de todos tus movimientos, quería que trabajase con el?
Ya estaba llegando a su presencia, no tenía nervios, sólo un pequeño cosquilleo por la incertidumbre. A peor no podía ir, a peor sería la muerte así que, fríamente esperanzada y expectante ante su propuesta llegué a él. Mielke es, deportivamente hablando, el presidente de los Dynamos, los clubes deportivos ligados a las Fuerzas Armadas y al Ministerio del Interior y tiene sólo un
miedo: que Berlín se le escape a su control, si triunfa el deporte, triunfará él. pude hacer mil cábalas ante su presencia, pero mejor esperé a la sorpresa que vendría en los postres, como siempre.
Llegados a ese punto, justo antes de entrar en el comedor y con las mil atenciones recibidas sabía que su intención era la de reclutarme, lo que no sabía era en que condiciones sería ese reclutamiento. Al entrar y sin querer se esbozó una leve sonrisa en mi rostro y pensé que había conseguido vencer la muerte saliendo de prisión y, desde luego, no estaba dispuesta a separarme de la vida.
Dos horas más tarde y, después de haber soportado un monólogo soporífero, me invita a marcharme. Me montan en un coche de lujo y me llevan a un hotel impresionante y, allí, un botones me acompañó, ya libre de acompañantes, a mi suite, dentro todo lujo de detalles. De la conversación sólo recuerdo lo que me importaba saber: me reclutaba para educarme para formar parte de un comando especial para asesinatos selectivos, a lo que le respondí que yo trabajaría sola y él, pensativo, me increpó: ”pues matas o mueres”. Todos los traidores al régimen eran liquidados sin miramientos; primero se les seguía y espiaba para facilitar el “suicidio asistido” y, después, se les ejecutaba. Se nos facilitaba una foto del objetivo, dinero, documentación falsa y todo lo que necesitásemos para la misión; Mielke no escatima cuando de enemigos se trata. En total somos unos 550 “liquidadores” bajo la orden directa del ministro para la Seguridad del Estado.
Y esta es mi vida a partir de ese día…no necesité mucho entrenamiento, sólo el justo necesario para que mi castigado cuerpo volviera a recuperar las fuerzas porque mi alma hacía tiempo que dejó de existir. No tardarían em mandarme mi primer caso, el caso de prueba, caso que solventé en prácticamente una semana…soy rápida, inteligente y muy intuitiva, cualidades sobradas para trabajar sola y eficazmente. Mis objetivos, como no, eras deportivos; conocía bien el terreno y tení conocidos con los que poder hablar y, sin querer, captar información necesaria.
El objetivo principal de “mi jefe” era el Dynamo de Dresden. Equipo que en 1954 ya expolió por la simple razón de que había decidido que el equipo de la capital debía ser el mejor de país; el Dynamo de Berlín subió a primero con lo mejor de la malograda plantilla del Dresden, que viajaba siempre con el enemigo a cuestas, ya que sicarios y espías de la Stasi estaban infiltra-
dos en el club…sin hablar de los arbitrajes a los que eran sometidos. Pero no contento con este primer expolio, hará unos cinco años, en 1978, volvió a repetir la jugada, entró en el vestuario que celebraba su título y se llevó a los mejores, desde entonces el Dynamo de Berlín no ha perdido un solo título liguero.
Arreglado el tema del Dynamo, era otro asusnto el que mantenía en vilo al ministro; las reacciones contra el régimen se hacía cada vez más públicas, el movimiento punk se hacía cada vez más ruidoso y tuvo que ser duramente perseguido y reprimido, pero el fenómeno que se adueñó del fútbol fue el Hooliganismo Nazi. El fondo de la Union de Berlín se convirtió en el caldo de cultivo de este movimiento hasta que finalmente en el fondo del Dynamo se escuchaba con la misma intensidad el “hail Hitler” y el “hail Mielke”…Todos estos acontecimientos, acompañados del temor de Mielke por fugas hacia la parte occidental del muro, hizo que se no acumulara el trabajo. Controlar y reprimir los intentos de deserción era nuestra prioridad; otros se encargarían de hacer entrar en razón a los posibles contagiados por ideologías extranjeras y, así, sucesivamente. Hará ya un par de años que evité la fuga de tres jugadores del Dresden. Me dieron un buen chivatazo. El equipo iba a viajar a Argentina a disputar un amistoso y fuí informada de que algunos de sus jugadores tenían ofertas del Colonia y pretendían fugarse. La misión se precipitó y sólo pude interceptar a los desertores, Muller, Kotte y Weber fueron detenidos en el aeropuerto, calificados de desleales a la República y condenados a prisión. Salvaron sus vidas de milagro, se me escapó la misión por tiempo.
-Bueno, voy a desayunar, que tanto pensar me da hambre…leo la prensa deportiva, claro está, mientras como…pues no está el panorama tan tranquilo como para que yo esté sin nada que hacer…y sigo pensando… me voy a la calle, hoy pasaré el día fuera.
De regreso, en recepción, me entregan una carta…parece una invitación…luego la leeré, no parece importante. Ya en la habitación y después de ponerme cómoda, me siento a la mesa a cenar y aprovecho para leer la carta. Efectivamente es un invitación, una cena en el ministerio para dentro de dos noches…por fin…algo se cuece…
La recepción y posterior cena pasan sin pena ni gloria hasta que se “me aconseja” que vuelva pronto al hotel. Nada más entrar en mi suite veo un periódico encima de la mesa, y dentro de él, un dossier en el que se leía “Tod dem verräter” (mate al traidor) y debajo el nombre de Lutz Eigendorf, joven promesa y uno de los jugadores favoritos de Mielke hasta que huyó al otro
lado del muro aprovechando un amistoso con el Kaiserlautern en la otra Berlín; dejó tras de sí, una mujer y una hija y enemigos muy poderosos…así que le acaba de llegar su hora…cojo el primer vuelo…
Durante el corto trayecto me leo toda la documentación que se me ha facilitado.
Me recoge un coche en el aeropuerto y me lleva a mi hotel, me sorprende el olor a fruta del coche…subo me ducho y cambio de ropa y me voy a inspeccionar el terreno…
Tras la fuga de Lutz, Mielke, somete a la mujer y a la hija, con el fin de desestabilizar al jugador, incluso llega a romper el matrimonio y que la mujer rehaga su vida pero Lutz no mira hacia atrás y también rehace su vida y prosigue su carrera…jajajaja me imagino al “jefe” montando en colera…
Me traen la cena, ayy por dios! Otra vez ese olor…
Ha pasado un mes desde que aterricé en la parte occidental de Berlín, la estancia ha sido muy grata; he estado inmersa en apropiarme de la vida del jugador, he hecho algún contacto suculento y tengo localizado cada paso en la vida diaria de Lutz…como nota, he de decir que esta ciudad huele a manzana reineta…
Nada más llegar Lutz cumplió un año de sanción impuesta por la UEFA por incumplimiento de contrato con el Dynamo; debuta oficialmente con el Kaiserlautern FC pero pese a sus buenos números, 7 goles en 53 partidos como mediocentro, es traspasado al Eintracht Braunschweig en el que está teniendo un buen año…pero ya sabemos que no lo va a terminar, ya no marcará más goles…
Ha pasado un mes desde que aterricé en la parte occidental de Berlín. La estancia ha sido muy grata.
He estado inmersa en apropiarme de la vida del jugador.Ha llegado el día, hoy hay partido y ya lo tengo todo dispuesto para cuando termine. Voy a comer algo antes de que me recoja el chofer para llevarme al estadio…me apetece algo dulce…DULCE!!! POR DIOS, ESO ES!!! La ciudad no huele a manzana agria, es mi espía el que huele…mi espía es diabético, de ahí ese olor. Interesante situación, ¿como podría llamarla? ¿“La espía espiada”?… esta situación me provoca risa… Llega mi chofer y, evidentemente huele a fruta, me lleva al estadio y me despido muy cariñosamente de él…
El partido termina con una derrota local, aún así Lutz y sus compañeros, como de costumbre, se van a tomar un par de cervezas a un bar cercano…en estos casos el ser mujer facilita mucho una labor como la mía… Después de una hora aproximadamente salen del bar y mi objetivo se monta en su fantástico Alfa Romeo negro dirección a su casa. Yo ya me he adelantado y voy unos cinco minutos por delante de él…a mitad de camino finjo un problema con mi coche y pido ayuda en mitad de la carretera. Lutz, muy gentilmente, se para a socorrerme, arreglando el problema mecánico casi sin mirar; me apresuro a darle de nuevo las gracias cuando él ya está dentro de su Alfa Romeo, momento que aprovecho para inyectarle por sorpresa una buena dosis de alcohol mezclada con un narcótico, mi especialidad… Esta mezcla no tardará en dejarlo fuera de juego y, unida a la sorpresa del pinchazo, el momento de confusión y pánico que experimentó el jugador facilitó mi labor…
El salió a toda prisa y, sólo un par de kilómetros más adelante, le salió y de una curva y se empotró contra un árbol. No tarda en llegar la policía y los servicios de urgencias que trasladan al jugador a un hospital… No esta muerto, mi misión no ha terminado, tengo estar al tanto por si tengo que volver a intervenir para terminarla…
Treinta y seis horas después fallece Lutz en el hospital y, ahora sí, mi misión ha terminado y tengo que volver a mi lujosa suite del otro lado del muro. Pido que me envíen un chofer que me lleve al aeropuerto… Mientras, yo misma me regodeo en mi triunfo y en los puntos que, misión tras misión, voy ganando para asegurar mi vida… Vida sólo hay una y quiero vivirla, aunque sea a costa de la vida de los demás, eso no me importa y me crea un sentimiento de culpa. Ya llego al aeropuerto, ya vuelvo a casa y lo mejor de todo…ya nunca más me volverá a oler a fruta…
Vida solo hay una y quiero vivirla. Aunque sea a costa de la vida de los demás.