Utilizar silicón para hacer las camisetas más resbalosas, abrir puertas para crear olas de viento durante una patada para gol de campo, rosear adhesivo en los guantes, negociar a jugadores o entrenadores de otros equipos durante la temporada o usar sustancias prohibidas, son solo algunas trampas que se pueden ver en la NFL, siendo los Patriotas de Nueva Inglaterra los más famosos en estas artes y según la web YourTeamCheats.com ningún equipo se salva. Es un virus.
Durante el encuentro entre el Manchester City y el Tottenham del fin de semana anterior, sucedió una acción inusual durante el segundo tiempo cuando el marcador iba 2 – 1 a favor de los citizens. Raheem Sterling enfilaba hacia el arco de Hugo Lloris cuando el delantero ingles fue empujado dentro del área visitante por el defensa de los Spurs, Kyle Walker, pero trató de mantenerse en pie y lanzar su disparo a meta. El árbitro Andre Marriner se negó a señalar el punto y el verdadero castigo llego 60 segundos después cuando Son Heung-Min alcanzó el empate para el equipo de Mauricio Pochettino. Walker admitió a BT Sport después del partido que tuvo la suerte de no regalar un penalti y Yaya Toure dijo que Sterling debería haberse caído cuando sintió el empujón.
No siempre se quiere engañar a los árbitros, cuando Miroslav Klose era futbolista del Werder Bremen vivió una situación semejante. El artillero alemán cayó en el área tras chocar con el guardameta del Arminia Bielefeld, el colegiado de aquel encuentro señaló penalti y amonestó al portero. En esos momentos, Klose explicó al réferi de turno que había cometido un error y que el arquero había tocado antes el balón. La decisión quedó anulada y el partido continuó; por esa acción, el delantero internacional germano recibió el premio a la deportividad de esa temporada (2004-2005). Tampoco todos los actos de honestidad son recompensados, Robbie Fowler visitaba Highbury como jugador del Liverpool cuando acudía en búsqueda de un pase en profundidad al mismo tiempo que David Seaman y parecía derribarle. El árbitro señaló el punto fatídico a pesar de la insistencia por parte de Fowler en indicarle que no había sido así. Finalmente acabó en gol.
Lo del Tottenham no es nuevo, a comienzos de Diciembre Mauricio Pochettino quedó en el ojo del huracán luego de que su equipo venciera 5 a 0 al Swansea y uno de sus jugadores fuera duramente criticado por fingir el penal que abrió el marcador. La simulación de Dele Alli fue duramente cuestionada y el entrenador santafesino en lugar de minimizar el tema, calentó más la cosa al afirmar sobre las simulaciones: «Sí, en Argentina la gente entrena eso, es verdad». El técnico dijo que «hace años» esto se hacía, pero que ahora no lo sabe. «Cuando era jugador, una parte del entrenamiento era hacer trampas. En Newell’s, hace muchos, muchos años era parte del entrenamiento», reveló. Y dijo que ahora los ingleses se parecían cada vez más a los argentinos.
La ética del fútbol es la de la calle. El pícaro en Europa y el vivo en Suramérica son variantes de un espécimen que ha tratado de burlar las reglas en beneficio propio. Y ha gozado de cierto prestigio social. La trampa se ha globalizado, la artimaña está a la orden del día: simulaciones, protestas, provocaciones, dopaje, tongos, apaños y el fútbol lo magnifica todo, la mano de Maradona en México 86 o la de Henry contra Irlanda rumbo a Suráfrica 2010; los fanáticos convierten el fraude deportivo en un acto místico y lo único que importa es ganar, porque como lo decía Bilardo: «el fútbol es para los vivos». Al final, los Klose y Fowler se extinguirán como dinosaurios.