Ring del estadio Nuevo Los Cármenes. 22: 07 del Sábado 30 de Abril de 2016. Un silencio helado recorría las gradas porque el boxeador canario había dado un revés importante al combatiente rojiblanco en forma de chicharro de Viera. Un silencio que olía a Segunda división. 22: 16 horas. Un nuevo golpe a la mandíbula del púgil rojiblanco en manos de Jonathan Viera hacía saltar varios dientes por los aires. El boxeador nazarí estaba ko en esos momentos. Y 22.000 almas también. Los aficionados rojiblancos horizontales no podía creérselo. Su equipo estaba más cerca que nunca del temido descenso.

Entonces apareció la vitamina C del Granada para darle energía en el momento de mayor flaqueza. Don Rubén Rochina Naixes alias «Vitamina C» se echó el equipo a la espalda y recortó distancias con un gran gol. El Granada creía. La afición revitalizó con este gol clave y empezó a tirar del púgil nazarí con todas sus fuerzas. 1,2,3…levanta. 4,5,6…levanta. 7,8,9….y se levantó. Y de qué manera. Youseff El Arabi, callando a detractores, remachó un córner de Don Rubén (quién si no) peinado previamente por Dux. El marroquí volvía a sacar el rifle para decir que Granada seguía ahí, que el boxeador seguía vivo y coleando.

Llegamos al descanso con el corazón en un puño, como si hubiéramos visto una película de terror. Reinaba en el estadio la sensación de miedo y por otro lado la sensación de esperanza. Entonces el segundo tiempo fue un verdadero ejercicio de fe. Las Palmas creaba verdadero pánico cada vez que combinaba y el Granada era un flan (del malo) atrás.

El boxeador estaba cerca del desfallecimiento lastrado por los terribles golpes iniciales de la pelea, pero entonces llegó su oportunidad…y no la desaprovechó. Esa oportunidad tenía que llegar personificada en un líder nato del equipo que llegó hace poco pero parece que lleva 5 años: a la salida de un córner Ricardo Costa no solo remató con la cabeza, remató con el alma suya, de sus compañeros, de 22.000 espectadores a pie de campo y de muchos otros que no estaban allí.Delirium trémens. El púgil nazarí había asestado un gancho de los que hacen resquebrajar la mandíbula a otros rivales (véase Sporting, Rayo, Getafe, Levante). El Granada de los milagros volvía a aparecer una temporada más.

Con el pitido final la sensación era euforia contenida. Nuestro boxeador sigue en verdadero peligro de desplome. Y aún tiene una batalla (aún más dura que ésta) por librar el próximo Domingo ante un miura como el Sevilla y en su estadio. Allí el Granada decidirá si quiere seguir una temporada más en la liga de las estrellas. Una jornada más de sufrimiento o de vida según se vea. El boxeador ha cogido aire, ha inspirado oxígeno y ya está resoplando para un nuevo combate. Se ha revuelto en la peor de las situaciones de agonía ante la adversidad. Cuestión de supervivencia dirán algunos, cuestión de maletines dirán otros…pero ya nos conocemos esta historia temporada tras temporada ¿no?

Pase lo que pase, el púgil rojiblanco ha superado el primer asalto y ahora necesita refrendarlo en un (muy posible) último asalto. La salvación está en juego. La mandíbula del luchador nazarí vuelve a estar en perfecto estado. Como dirían los espartanos…«no hay retirada…no hay rendición». Seguimos ahí, todos juntos.

Eterna lucha.

Fuente fotografías: Granada C.F. facebook.