Anda dando vueltas por la red un vídeo de Johannes Haushofer, profesor asociado de psicología en la Universidad de Princeton, en el que hace una narración de su currículum pero no de la manera tradicional. No habla de sus logros, de sus títulos, sus éxitos o sus reconocimientos sino de todo lo contrario, habla de sus fracasos. Agrupa las ocasiones en que lo han rechazado en el ámbito profesional y académico, se enfoca en las veces que fallo. Curiosamente ha recibido el aplauso y la ovación de sus colegas, estudiantes y usuarios/as de las redes sociales. Interesante punto de vista.
Nos encanta destruir, nos encanta el mal ajeno. Disfrutamos tanto con las revueltas como con los caídas, las noticias positivas no venden, entre más sangre lleven las crónicas mayores los ingresos. La saña con la que hoy se refieren a Guardiola es notable; muy rápido se olvidaron los expertos de aquel Barcelona que un hombre de la casa encumbro y transformo en obra de arte para los románticos; ahora mismo, ese técnico no pasa por sus mejores horas y el adjetivo más suave con el que ha sido referenciado estas semanas es el de fracasado. ¿Fracasado? Interesante forma de llamar a un entrenador que lo gano todo a nivel de clubes, que prácticamente creo una moda en Europa y al que tan solo unos años atrás todos querían imitar. El futbol es de fotos, de momentos que te pueden meter en la historia perdurando en el tiempo o de perfectos «mediocres» que no logran pasar de semifinales. SEMIFINALES por Dios. A nadie le gustan los perdedores.
El técnico catalán ha inculcado su forma de entender el fútbol en una cultura diferente y ha contribuido al crecimiento de algunos futbolistas jóvenes en una plantilla que ha sufrido muchos cambios. En cuanto a conclusiones, el Bayern ha estado en el lugar que le corresponde bajo la dirección de Guardiola: dominando en Alemania y entre los cuatro mejores equipos de Europa en los últimos tres años. Muchos elogian su juego pero no tienen compasión con los resultados y se nos desmorona el mito, estigmatizamos con la misma velocidad con la que endiosamos, de nada sirve la riqueza táctica puesta en escena o la consolidación de un sistema. Si no ganas, no sirves. La sociedad del futbol no está dispuesta a perdonar el fallo, pero si a abrazarte cuando triunfes porque ahora lo que importa es el resultado final y no la forma, ni lo que hemos disfrutado.
Realmente no sé qué molesta de Pep Guardiola, si su falsa modestia para ensalzar adversarios, ciertos desplantes vanidosos que ofenden a la enorme cultura futbolera o la acérrima defensa de los colores catalanes. Pero una cosa no tiene que ver con la otra, al hombre nacido en Sampedor se le puede reprochar todo lo anterior, pero al dueño del banquillo muniqués las últimas 3 temporadas no se le puede condenar porque Muller falle un penal o porque Oblak tuviera la noche de su vida. Y para los que piensan que ganar la Champions o dirigir equipos de la envergadura del Bayern es fácil, sería bueno recordarles que paso con ese Barcelona de Martino.
Ahora el entrenador español se ira a vivir al azul de Manchester, a limpiar una plantilla envejecida, a reforzar zonas débiles y corregir las evidentes carencias celestes. El trabajo del técnico catalán será mejorar tácticamente a un equipo con graves lagunas en defensa, con poca capacidad para asociarse con velocidad en ataque y lo más importante, aplicar una idea futbolística. Algo que el jeque siempre anhelo y que nunca tuvo. De pronto por ahí, le llega una Champions y se le vuelve a reconocer su trabajo. Porque para los «especialistas» solo vale ser campeón. El resto es basura.