Hay futbolistas que rinden mejor siendo titulares que suplentes. Otros jugadores ofrecen mayor rendimiento cuando tienen un papel secundario y entran de revulsivos para los minutos finales. Paradójicamente, cuando un futbolista es suplente la única forma de ser más importante en el equipo es aprovechar esos minutos. Nadie puede dudar que Isco es un jugador enorme a nivel técnico, pero no entiende que está en el Real Madrid. Compitiendo con futbolistas de la talla de Kroos, James o Modric nadie puede tener un rol indiscutible en el equipo.

El malagueño está enfadado con su rol en el equipo y eso resulta lógica hasta cierto punto. Sin embargo, es incoherente ver su apatía cuando entra en las segundas partes donde este año no ha sido un plus para el Real Madrid. Sale desconectado, sin ganas de alzar los brazos y desafiar al orden establecido. Ha elegido Isco la resignación estoica para no ofrecer nada interesante en los minutos que disputa en las segundas partes. Cree que pase lo que pase, será suplente y esa actitud es contraproducente para el propio Isco. La eclosión de James lo ha relegado al segundo plano, juego demasiado alejado de su zona de influencia y así no es tan decisivo.

Como en la mayoría de los casos, este fenómeno tiene varias variables para analizar. Isco no tiene la velocidad ni capacidad atlética necesaria para realizar transiciones tan largas. Debería jugar más cerca de los delanteros y regalar sus pases milimétricos a Cristiano Ronaldo o Benzema. Tan lejos del área en muchas ocasiones contemporiza demasiado el juego y acaba practicando un juego horizontal en exceso. Desplazado a una banda tiene menos influencia en el ataque con el perjuicio evidente sobre la creación de bagaje ofensivo del equipo. Resumiendo, hay que salvar al «Soldado» Isco de caer en el olvido y maximizar sus grandes recursos técnicos en beneficio del conjunto.

Tampoco hay que negar la importancia de un cambio en su actitud para volver a exhibir su mejor versión. En el Real Madrid está prohibido bajar los brazos e Isco debe entrar al campo sabiendo que está en el mejor equipo del siglo XX. Ancelotti lo relegó al banquillo y no fue casualidad; Benítez también ha dado el mismo el paso. Isco debe entender que si tienes un potencial extraordinario la exigencia es máxima. Los chispazos sirven para crear magia, pero la continuidad es lo que te permite ser una referencia en la élite. Ese camino lo eligieron otros y acabaron fuera del Real Madrid intentando recuperar un tren que no vuelve a la estación nunca más. Hora de reflexionar para Isco.