Un día más se daban cita más de cincuenta mil espectadores en el Estadio Vicente Calderón, abarrotándolo para ver a su equipo frente al Sporting de Gijón. Coincidiendo también con la celebración, por parte del club, del “Día de las Peñas”. Día de alegría y múltiples actividades en los exteriores del recinto rojiblanco que acompañados del buen tiempo metereológico que hacía en la capital de España y el horario más que adecuado que hicieron que se convirtiera en un día perfecto para disfrutar de una tarde de fútbol.
Aficionados que según pasaban los minutos encontraron una diana sobre la que lanzar sus flechas, todo ello mientras el conjunto rojiblanco no era capaz de adelantarse en el marcador. Esa diana fue el colombiano Jackson Martínez, que parece que empieza a terminar con la paciencia de muchos de los aficionados colchoneros. Bien es cierto, que no toda la culpa de la falta de goles de los rojiblancos esta temporada es del jugador cafetero, pero el alto coste de su traspaso y haber sido el elegido como referente en el ataque, por parte de Simeone, parece una losa muy pesada que no puede deshacerse de ella, ni el jugador ni los seguidores.
En la tarde de ayer, se le vio luchar cada balón y tuvo detalles de calidad. Sin embargo, ya no solo la falta de goles sino también la falta de ocasiones hacen que la situación empiece a tocar su límite. Una pena porque es un jugador que se ha ganado bastante crédito en las temporadas que ha jugado en Portugal, pero un balance de dos goles en casi tres meses de competición hace que el Vicente Calderón ya no aguante más.
Ayer desde la grada se escuchaban comentarios de todo tipo sobre el colombiano. Un aficionado comentaba que “para que juegue Jackson que salga Torres que es de la casa” o que “le devuelvan al Oporto, que vaya jugador nos han colado”. Son muchos los comentarios negativos y el murmullo de inseguridad que se empieza a repetir cada vez que el atacante no consigue hacerse con un remate dentro del área.
Lo único real es que se le ve muy bloqueado y que la presión que le supone cada vez que pisa el césped del Calderón va en aumento, proporcionalmente a los minutos que pasan y los goles no entran. Solo el tiempo y Jackson podrán cambiar la opinión de la mayoría de una grada que está acostumbrada a ver a sus delanteros cumplir con goles año tras año.