El pasado 27 de septiembre tenía todos los ingredientes para ser bonito y especial, buen tiempo, una grada a rebosar, 2500 gargantas cantando por sus colores y 2 grandes equipos sobre el césped. Nada más lejos de la realidad, lo más especial estaba por llegar, Irune volvía a pisar el terreno de juego, volvía a disputar algunos minutos de encuentro, en definitiva, volvía a sonreír en un campo, volvía a sentirse futbolista tras 9 meses y medio de lesión, esa lesión tan temida por las futbolistas, la rotura de LCA. Esta se la produjo en el encuentro ante el Oviedo en Lezama, dejando una imagen nada habitual en ella, en una camilla y con la cara tapada.

Irune no había sufrido ninguna lesión de importancia a lo largo de su trayectoria hasta aquel 13 de diciembre que nunca olvidará. La delantera cuenta con un tren inferior muy potente, lo que contribuye a este hecho de no haber tenido a penas lesiones.

FOTO: Susana P. Proaño
La jugadora de Barakaldo explicaba en una entrevista para Athletic que “lo más duro es no poder estar con tus compañeras”. Su fortaleza tanto física como mental han contribuido a una recuperación sin complicaciones, salvo por una rotura de cuádriceps que hizo más lenta su recuperación.

En el encuentro ante el Barça en Lezama, con el sabor agridulce del empate, el verdadero triunfo fue su reaparición. Los nervios que reflejaba en su cara al saltar a calentar de manera inesperada hablaban por si solos. En su entrevista habla de su vuelta diciendo cómo “fue todo súper raro, como si nunca hubiese jugado al fútbol”.

La delantera es una jugadora muy querida en Lezama, ya que es de las más veteranas con 12 temporadas a sus espaldas defendiendo la camiseta del Athletic y habiendo dejado claro en la entrevista que nos concedió que “no se imaginaba vistiendo otra camiseta que no fuera la del Athletic”, lo que muestra su amor por los colores. En el momento en que saltó a calentar fueron muchos los que mostraron su apoyo a la futbolista, pero nada que ver con el momento de su entrada al campo. Corría el minuto 88 cuando Joseba Agirre manó llamarla para entrar al campo. El momento de su entrada demostró lo que es Irune para el Athletic, para la grada de Lezama. Toda la grada se puso en pie para dar una calurosa entrada y todo su apoyo a la delantera, que pese a los momentos complicados que atravesó la pasada temporada y la lesión, volvía a vestirse de corto y a sentirse futbolista, volviendo “con más ganas que antes de lesionarse”.

Ese momento y esa ovación serán difíciles de olvidar para los que lo presenciamos. Volvía una Irune renovada, con más garra que nunca y con las ganas e ilusión de poder volver a disfrutar de lo que tanto la gusta como es el fútbol y continuar incrementando su historia en el club. Un verdadero emblema del Athletic.

Tras ese encuentro, volvería a disputar también minutos en el último frente al Transportes Alcaine, lo que la permite coger ritmo y poder volver a deleitar con su clase, su elegancia, su saber estar, su potencia y sus goles.


Ha vuelto una leona con más ganas de rugir que nunca.