Blog de fútbol. – Unos hablan de Cubells, sólo los ya centenarios recuerdan aquellos iniciáticos tiempos; otros rememoran a Puchades, los más ancianos con la suficiente memoria para hacerlo; los no tan ancianos pero que ya empiezan a serlo nombran y no paran a los Epi, Amadeo, Mundo, Asensi y Gorostiza, la Delantera Eléctrica; Claramunt es el referente valencianista para otros muchos; Kempes para casi todos y los más jóvenes recuerdan a los Piojo, Mendieta, Albelda y compañía. Y seguro que me dejo a muchísimos más que perduran en la retina de muchos valencianistas pero no es esto de lo que vine a hablarles.
Se estrena la tribuna. Sillas de madera con brea enebrada.
Todos ellos han llegado, estado y abandonado el Valencia CF a lo largo de su historia sin que el club haya cambiado. Todos han tenido épocas buenas y malas, altibajos deportivos, económicos, sociales e institucionales. La historia de nuestro querido club está más que repleta de ellos. Como reza el cántico de ánimo futbolero: pasan los años, pasa la gente, jugadores y presidentes pero desde 1923 lo único que no pasa es nuestro protagonista de hoy.
Ha acogido partidos intranscendentes, relevantes, importantes, trascendentales e históricos. Liga, Copa, amistosos, nacionales, internacionales, en seco, en mojado, con calor, con frío. Ha visto de todo y nunca se ha quejado. Nunca nadie le oyó decir que tenía un tirón, que había que saldar o rebajar la deuda, que los jugadores no rendían o que tal o cual entrenador carecía de los conocimientos suficientes para dirigir al equipo. Y argumentos tenía, quizá más que nadie, para alzar la voz en cualquiera de estos aspectos del valencianismo.
Nació bajito, forjado en madera y brea y muy abierto al cielo de su ciudad, normalmente azul radiante y bajo un sol de justicia. Llegada la adolescencia, los cada vez más frecuentes triunfos de sus inquilinos le obligaron a crecer. La guerra fratricida que dividió España, partió también a nuestro personaje a base de bombas y metrallaDon Luis Casanova Giner, benefactor valencianista que quiso hacer de él un elemento de primer orden acorde a la grandeza que iba adquiriendo el equipo sobre el terreno de juego. Desde los 25000 hasta los 45000 en 20 años de continuo crecimiento. Lamentablemente llegó la gran riada de 1957 y este monumento histórico se vio afectado aunque supo salir adelante.
. Sólo quedó un viejo solar lleno de chatarra. Más altura, más cemento y menos madera de la mano de
Durante un cuarto de siglo, le cambiaron el nombre por el de su principal benefactor pero fue este propio histórico valencianista el que, abrumado por ver su nombre en lo más alto de su obra, pidió que volviera a tener su nombre clásico y por el que todos lo conocemos. A lo largo de ese periodo apenas sufrió variaciones y no sería hasta los preludios del mundial 82 cuando sufriera su más profunda renovación en años. La RFEF correría con los gastos pero fue el club el que más tuvo que invertir realmente, y esa deuda la arrastró durante años y finalmente le llevó al pozo de la segunda división donde nuestro protagonista tuvo el honroso honor de ser el coliseum con más cabida de toda la categoría.
La última remodelación importante la llevó a cabo Paco Roig, al tiempo que devolvía a nuestro hidalgo personaje su nombre primigenio en 1994. Si, supongo que a estas alturas ya sabrán que la leyenda de la que les he estado hablando no es otra que Mestalla, santuario valencianista por antonomasia y que hoy, casi 100 años después de su construcción, luce como nuevo tras el último lavado de cara llevado a cabo por Amadeo Salvo bajo la supervisión de Peter Lim, nuevo propietario del club, probablemente el encargado de trasladar a las huestes valencianistas desde el viejo Mestalla al nuevo Mestalla. El destino ha sido caprichoso ya que una de las acequias del padre Turia, de la cual el campo recoge su nombre, pasa por debajo tanto del viejo coliseo como del futuro.
Tiene más palmarés que cualquier jugador, sabe más historietas que cualquier aficionado, entiende más de fútbol que cada uno de los técnicos que se han sentado en sus banquillos y ha visto más obras que ninguno de los dirigentes que se han sentado en el palco.
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