Todos los equipos, y el Valencia CF no es una excepción para ello, han fichado mal alguna vez. Pueden invertir más o menos, hacer un scouting más o menos profundo, tener mejores o peores perspectivas pero hasta que el jugador no debuta y juega durante un tiempo no sabes realmente si has acertado o no. Grandes jugadores de otros equipos fracasan en el Valencia y otros que triunfaron a orillas del Turia han fracasado lejos de aquí.
Toni Lambada en su día de gloria. |
El primer fichaje que podríamos considerar como puff y que recuerdo, si ya se que soy mayor recordando esto, es el de Sánchez Torres, un holandés de ascendencia española que tenía la curiosa habilidad de demostrar su capacidad atlética distanciándose de la portería, en lugar de hacerlo en dirección hacia ella. Se le presumía velocidad, habilidad en el regate y capacidad goleadora pero ninguna de estas tres cualidades se vieron jamás en Mestalla. Tras dos años esperándole, uno de ellos el fatídico pero efímero paso por segunda, el Valencia lo reenvió gustosamente a la liga holandesa.
Poco tiempo después vendría al Valencia CF un reputado goleador, al menos lo fue hasta que llegó a la ciudad del Turia, mexicano de nacionalidad y sportinguista de origen que tampoco cuajaría en el club de la Avda de Suecia. Luis Flores, más conocido como Lucho, pasó sin pena ni gloria por Mestalla y al acabar la temporada fue devuelto a México donde continuó su carrera. Otro fichaje de campanillas que la exigente grada del coliseo valencianista tiró atrás.
Antonio José Gomes, Toni Lambada para la parroquia valencianista, pese a permanecer en el recuerdo valencianista por aquella gloriosa noche ante el Celta donde anotó 4goles, fue otro de esos fichajes que fue apagándose con el paso del tiempo y que se diluyó como azucarillo en café. Sólo en su primera temporada pareció responder a la fama goleadora que le precedía pero en las posteriores fue bajando sus registros y viéndose ensombrecido por el gran Luboslav Mladenov Penev, Lubo. Acabó jugando en el Valladolid antes de volverse para su Brasil natal.
Coincidiendo con él en tiempo y poco rendimiento, llegó al Valencia CF el panameño Rommel Fernández, jugador que llegaba de Tenerife con aura de delantero guerrero, batallador, inmejorable rematador de cabeza y complemento ideal de Lubo Penev. Nada más lejos de la realidad, ya que el fútbol toque que promovía el entonces entrenador valencianista, Guus Hiddink, no era la mejor manera de explotar las cualidades rematadoras del Panzer. Su cesión al Albacete fue muy bien recibida allí donde pronto tendría el cariño de toda la afición manchega. Un fatídico accidente de tráfico al volver de una comida acabaría con su vida y su carrera futbolística.
El juego de escuela holandesa necesita de una salida limpia del balón desde la línea defensiva y con este propósito fichó el Valencia a Miodrag Belodedici o Belodedic según nos acojamos a una de sus nacionalidades, rumana o yugoslava(recordad que hablamos de principio de los 90). Un libre a la antigua usanza, que podía incorporarse al centro del campo, conducir con la cabeza alta y cambiar el sentido al juego con su depurada técnica. Pretendía emular al Koeman que triunfaba por aquella época en el Dream Team de Johan Cruyff pero nada más lejos de la realidad ya que no consiguió conectar con la grada ni hacerse con un hueco permanente en el once titular y acabó por arrastrarse por Valladolid y Villarreal sin llegar a ser nunca lo que todos esperábamos.
Guillermo Morigi será únicamente recordado por dos cosas en el imaginario de los sufridos y fieles parroquianos valencianistas. La primera y más emotiva, su gol al Barcelona de Van Gaal que suponía el inicio de la remontada en aquel lunes mágico donde ni las cámaras captaron el momento del 3-4 marcado por Ariel, el Burrito, Ortega. La otra, menos agradable para el recuerdo del propio jugador fue la definición del entonces entrenador valencianista, Jorge Alberto Valdano, como todocampista. Aquello fue tomado, visto el rendimiento que ofreció este indefinido jugador, como objeto de escarnio para los aficionados del emblemático coliseo valencianista.
El Valencia ha tenido un error muy recurrente a lo largo de su historia, y no ha sido otro que fichar a jugadores que deslumbraban cuando jugaban contra el mismo Valencia CF. Este fue el caso de Dennis Serban, semifigura del Steaua de Bucarest que deslumbró a algún iluminado miembro de la secretaría técnica valencianista pero esa fue la poca luz que emanó de su juego durante su cuatrienio valencianista, donde nunca gozó de la confianza de ningún entrenador y tuvo el dudoso honor de ser el jugador cuyo cambio provocó la vergonzante historia de la eliminación copera a manos del Novelda por alineación indebida.
Apodado el Tornado por su impetú y su arrojo en el campo de fútbol, Diego Alonso, primo del sí triunfador en el Alavés Iván Alonso, dejó un poso de atropellamiento, fogosidad desmedida y poco talento futbolístico. Fichado con el aval de Héctor Cúper, la salida del argentino del club ché le fue restando protagonismo si bien se recordará una buena primera participación en la Champions League donde marcó 6 goles en 8 partidos.