Los mitos, desde la época en que la cultura helena dominaba el mar mediterráneo, han sido parte importante de nuestro ser como pueblo y han sido adorados, respetados y aceptados como tales casi sin discusión alguna. Aquellos que han intentado derrocarlos, desmitificarlos, hacerlos caer o debilitarlos han recibido el descrédito popular y la reprobación más absoluta.
Quizá Nuno, el controvertido y cada vez menos aplaudido técnico valencianista, no sepa lo que es meterse con un mito puesto que en Rio Ave, su anterior equipo, no había mitos a los que dejar de respetar. Y si los había, su corta trayectoria allí no le permitió intentarlo.
Kempes, Mario Alberto «Matador»Kempes, querido Nuno, no es un cualquiera, ya no sólo para los valencianistas sino para millones de argentinos que lo idolatraron cuando les dio una copa Jules Rimé ante Holanda allá por el año 1978. Debiste pensártelo mucho antes de creerte por encima de él o con el suficiente peso para criticar sus palabras. Tal vez ocupes una posición preponderante en el organigrama actual del Valencia CF pero esto es transitorio y nadie mejor que un entrenador para conocer la fugacidad de la vida en los banquillos. Tú verás.
Oír la palabra Kempes en Valencia es señal de respeto, de idolatría, de veneración casi absoluta y sus palabras son palabra de Dios a orillas del Turia. Para muchas generaciones de blanquinegres, Kempes era sinónimo de gloria futbolística, de títulos añorados, de fútbol añejo, de cabalgadas melena al viento en pos de la portería contraria. Sus títulos fueron, hasta el lustro glorioso 99-04, los únicos con los que sobrevivía el orgullo valencianista entre culés y merengues. Cuando un hijo le preguntaba a su padre el porqué de su valencianismo, en su contestación siempre aparecía Kempes, siempre le hablaba del Matador, de aquello de: No diga gol, diga Kempes y esto se transmitía de unos a otros, de padres a hijos, de abuelos a nietos, sin perder ni un ápice de fuerza.
Quien no respeta la historia de la entidad que le paga y de la afición que le apoya sólo puede estar destinado a dejar dicha entidad o a variar su rumbo personal para evitar hurgar en una herida que jamás debió ser abierta. En tus manos está, Nuno Espirito Santo, en las tuyas y sólo en las tuyas, por obra y gracia de la actual propiedad del club que te paga. Con tu carrera y tu currículum puedes jugar y especular, con el Valencia CF no. Consejo de ché veterano y escaldado de tantas guerras, de tantos dimes y diretes y de tanto buitre que asoma el pico antes de ver el pellejo separado de los huesos de su presa.