Todo el mundo se acuerda de los que vencen o vencedores, pero no de los vencidos. Hace apenas un par de días, la UD Las Palmas conseguía un ansiado ascenso a Primera División, en la cual no militaba hace trece años, y en el camino se quedaba el Zaragoza entrenado por Popovic.
Desolación en Gran Canaria. Foto marca

Los maños llevaban dos temporadas consecutivas en Segunda, y en esta, lograron clasificarse para el play off de ascenso tras un buen tramo final de competición, aun que tan sólo un punto por delante de la Ponferradina. La ilusión se había establecido en el zaragozismo y en uno de los estadios más míticos de Primera, La Romareda, a pesar de saber que el camino de cuatro partidos que quedaba por delante para alcanzar el sueño no era nada fácil. En primera ronda esperaba el Girona, el tercer clasificado, que se había quedado con la miel en los labios de poder conseguir el ascenso directo. El primer partido en La Romareda dejó un resultado muy poco alentador para el equipo de la capital aragonesa (0-3), se podría esperar mismo un funeral. Pero nada más lejos de la realidad, el entrenador de la entidad, Ranko Popovic, alentó a sus discípulos convenciéndoles de la posible remontada en el campo del Girona, y aunque sorprendentemente, así fue. El Zaragoza consiguió levantar el 0-3 de la ida y se impuso por 1-4, consiguiendo el pase a la última eliminatoria, que disputaría ante la UD Las Palmas.

La tristeza no es permanente, lo celebrarán antes o después.
Foto Marca

 En esta la eliminatoria la historia sucedió a la inversa, el Zaragoza realizó un muy buen partido en La Romareda, su feudo, donde fue capaz de imponerse por 3-1, y donde su entrenador dejó un detalle muy poco habitual, realizando una sustitución en torno al minuto treinta de encuentro. Aunque no muy abultado, el resultado era óptimo para visitar el estadio de Gran Canaria, sin embargo, el sueño maño no se materializó, un gol en el minuto 84 les privó de tan ansiado éxito. Al igual que a cualquier gran club en cualquier gran partido, un gol marca la diferencia en esto del fútbol; el  gol de Iniesta en la final del Mundial ante Holanda o el de Ramos en la final de la Champions al Atlético, supusieron cosas importantes en sus respectivos encuentros. Y en este caso el gol de Araujo para Las Palmas supuso quebrar un sueño casi materializado para el Zaragoza. Y mientras Gran Canaria era una fiesta Zaragoza fue un funeral, es lo que pasa siempre en estos casos, al igual que siempre son los vencedores los que ocupan las primeras páginas y los protagonistas de las novelas, en este caso futbolísticas. Pasados unos días de “resaca”, el Zaragoza ya se ha movido en la busca de construir un nuevo barco que navegue en las mismas aguas y con el mismo puerto la temporada que viene, porque para un club de tanta historia, que disputó veintitrés temporadas consecutivas en primera división, el llegar a tan ansiado puerto es una obsesión constante, como cualquier equipo que desciende de Primera a Segunda, siempre se trata de evitar prolongar la agonía de no estar en la máxima categoría del  fútbol  español.