La noche del 9 de junio fue histórica, quedaban pocos minutos para las 22 y los nervios se acumulaban en el estómago. Una sensación de emoción y expectación me invadió cuando el balón echó a andar. Era la hora de la verdad, España ya estaba jugando el primer partido del mundial. Habíamos esperado este momento no solo hace meses cuando consiguió la clasificación, si no hace ya muchos años que la familia del fútbol femenino esperamos este momento.

 
La sorpresa no tardó en llegar cuando vimos en el campo la alineación y disposición de las jugadoras, faltaban nombres cómo Ruth, y Vicky ocupaba una demarcación que le resta brillantez en una de sus buenísimas cualidades que es ese gran último pase de cara a portería, y desde luego tendría que desempeñar más funciones defensivas jugando de pivote. Por qué no poner a Virginia o Messeguer de pivote, que es su posición natural y adelantar a Vicky de media punta que es también su posición natural?. No entendí estas cosas, lo mismo que no entendí varias ausencias en la lista de elegidas para el mundial, pero la emoción del debut emborrachaba todo lo demás y minimizó la primera parte estos asuntos citados.
 
En la segunda parte España abusó de jugar por fuera, Costa Rica no le dejaba jugar por dentro, y la jugadora referente de la selección Vero Boquete, apenas intervenía en el juego, no porque ella no quisiera, si no porque el rival supo tapar a quién sabía que podía hacerle daño. Apenas se conectó con ella, y cuando se hizo brilló España, en una jugada individual suya que nos encantó a todos. España tuvo que jugar por fuera, y la mejor extremo fue una lateral, que en magníficas incorporaciones por banda supo llevar el peligro hacia la portería rival, Leire. De la misma forma que Celia lo hizo en la primera parte.
 
Transcurrían los minutos y esperábamos cambios, para estructurar el medio campo, para dar equilibrio y serenidad y poder así, culminar un partido en el que la falta de puntería debido a los nervios y presión del debut, marcaron el devenir de España. Y ya que jugábamos por bandas, dar velocidad y llegada con jugadoras de esta posición
 

Sonia lo intentaba, Jenni y Natalia también, todos empujábamos desde casa el balón cada vez que las jugadoras remataban buscando ese gol justo que daría a España esa victoria, pero el balón no entraba. Ni siquiera el gran chut de Vicky por la escuadra, la guardameta rival Díaz estuvo muy acertada.

 
Parecía algo raro y la sensación de emoción y euforia inicial chocaba con la calma y poca actividad en el banquillo de España, madre mía pensaba yo… es el momento de dar indicaciones y ajustar cosas ya que había que ganar este partido, mientras la seleccionadora “Tica” de pie, vivía el partido y mandaba desde su zona técnica.
 
El partido acabó y todos nos quedamos con la sensación extraña de haber desaprovechado la primera oportunidad del mundial, a pesar de haber marcado Vicky un golazo y de las numerosas ocasiones, la sensación era extraña.
 
A la mañana siguiente recibí un tuit que ponía: “Lo mejor las jugadoras y la audiencia. Lo peor: la dejadez de la RFEF en la preparación del mundial y la desorientación profesional por parte del entrenador. Entonces me di cuenta que la euforia y el exceso de ilusión de la noche anterior había provocado en mi una severa resaca emocional, y que aquel acertadísimo tuit me hizo despejarme de golpe y entender que la sensación rara que tuve la noche anterior, fue provocada por la mezcla de euforia e ilusión con el desajuste futbolístico que se vio.

 

Creo que las jugadoras hicieron un gran debut, pero creo que España tiene mucha calidad para optar a más y no para irnos con esa sensación de haber desaprovechado la primera gran oportunidad en un mundial. No nos vale una palmadita en la espalda y oír que está muy bien llegar ahí, queremos que crean de una vez por todas en el potencial de las jugadoras de este país.


Natalia Astrain