Hace justo casi 13 años desde que tanto mi generación, como la de tantos y tantos españoles se levantaron temprano en pleno verano o incluso aparcaron por unas horas sus trabajos para seguir a nuestra Selección Española desde las 8:30am los cuartos de final de la Copa Mundial de Fútbol de Corea del Sur y Japón.
 
Pusimos la ilusión, fuerza, calidad,… tanto desde detrás de la pantalla como en el propio campo, pero con los años aún sigue sin borrarse la que hubiera sido una oportunidad enorme para entrar en semifinales y luchar por el gran torneo internacional de selecciones del mundo.
 
Todos driblábamos con Joaquín en cada internada por la banda, todos saltamos con el gol de Baraja en la falta lateral, todos nos quejábamos del fuera de juego pitado a Luis Enrique en su uno contra uno ya en la prorroga y, eso sí, todos nos hubiéramos ido a por el árbitro y los jueces de línea como lo hicieron nuestros chicos al término del encuentro. Sobre todo tras pitar fuera de fondo en el cabezazo de Morientes a pase de Joaquín.
 
Muchos de nosotros éramos optimistas hasta con la ausencia del Ferrari que tenía que tirar del carro, Raúl, a quien el místerCamacho guardaba para el difícil cruce de semifinales contra Alemania.
¿Fue una decisión acertada? ¿Hubiera logrado el `7´ blanco marcar ante los anfitriones? Nunca lo sabremos.
Lo que sí que podemos asegurar es que esa mañana, para muchos, no fue una cualquiera de principios de verano. Nos quedábamos sin luchar otra vez por un acceso a la final de un Mundial. Nos marchamos a casa con la lotería de los penaltis y con la sensación de que éramos infinitamente superiores al rival.
El cruce inicial de cuartos debía haber sido contra Italia, pero estos también sufrieron la ineptitud arbitral. Un penalti riguroso, una expulsión  por un clamoroso penalti que sufrió Totti, al que le mostraron tarjeta por simularlo y un gol anulado por inexistente fuera de juego, entre otras cosas.
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Nuestra entrada a semifinales nadie nos la va a devolver. Ni eso ni el sufrimiento y la decepción que sufrimos ese 22 de Junio de 2002 en la que tantos y tantos españoles veíamos como nuestros campeones volvían a casa de manera prematura.