Ese ardor en la mirada al ver como los demás celebran, esa necesidad de sincronizar la frente con el piso, esa sensación de qué, nuevamente, después de todo lo hecho, después de buscar nuevas formas, después de dar todo de ti aun cuando el colectivo no dio todo de si mismo… después de todo y todo, al final, no ha sido suficiente. Es esa sensación lo que puramente nos hace humanos. Nos hace conflictivos, problemáticos, débiles, todo por el simple hecho de no saber administrar una derrota.

¿Para qué cambiar el curso de una derrota? Pregunta el más cabizbajo. El humano nace de errores, pero no siempre se queda en ellos, esa es la cuestión, y más allá de diferentes tipos de matices dentro de la perspectiva que se pueda dar a un error o acierto, cierto es que la ambigüedad sólo desaparece cuando se contrastan ambos puntos, cuando estabas en la cima y caíste, o cuando subiste de los más profundo y silenciaste a aquellos que no creyeron en ti. En eso gira mucho del ser humano. Como siempre, si algo propicia metáforas de la vida eso es el fútbol, y si alguien sabe que es renacer a partir de los errores ese es Francis Coquelin. Natural olvidado, hoy aclamado.

Dolor es sinónimo de Arsenal, sintomático es el sentido de frustración para aquel que aprecia la camiseta gunner. Claro, dolor también es ser hincha de un equipo de media tabla… o tal vez no. No por el simple hecho de que en un equipo de media tabla hay aspiraciones de mitad de tabla, capaz más, capaz menos, pero la intención inicial está ahí. Con el Arsenal es diferente, es soñar con lo que se puede y llorar por  que eso mismo que se puede no se consigue a fin de cuentas.

Fuente: Arsenal.com
Los resultados no favorecen al cuadro de Londres. Siempre ahí, a medias, dando impresiones de mediocres, dando a entender que tal vez, sólo tal vez, ahí era donde querían estar, ahí era donde querían vivir porque esperar más era mayor carga a la decepción final. Pero, luego de vivir de fantasmas, de no romper barreras, de no saltar obstáculos… el Arsenal al fin parece estar abarcando más sin ir haciéndose expectativas al respecto.

La curva de rendimiento del Arsenal en años pasados se resumía en buen inicio, mal cierre. Esta temporada no ha sido así, capaz por cosas del fútbol no se traduce en mejores en resultados finales –cosa que sería difícil viendo el rendimiento con el que cuenta actualmente el cuadro londinense-, sin embargo, se ha visualizado un denominador importante más allá de los resultados: El rendimiento no se puede encasillar dentro del estereotipo ‘buen inicio, mal cierre’. Han habido picos alternos, diferentes curvas dentro de una línea de tiempo, y esto, esto deja a entender que la intención sobre la marcha está tomando variantes en cuanto a opciones. Se ha mejorado en cuanto a la distribución como equipo durante la temporada.

Hay claves, hay responsables de que el Arsenal hoy esté soñando con una segunda plaza en Premier League. Alexis por un lado, tal vez; quizás Giroud, pero si algo ha dejado de ser tan arquetipo ‘Arsenal’ para pasar a renacer ese es el mencionado Coquelin.

Luego de verse como un chiste para los medios, luego de vivir en una sincronía cíclica total con el Arsenal y sus decepciones, Francis, ha decido un cambio, una revelación. No una cualquiera, sinouna que lo colocase como uno de los mejores volantes centrales de la actualidad del futbol inglés, firmando impactantes actuaciones contra equipos del calibre como el Manchester City, teniendo varios de los mejores números posibles para un mediocampista defensivo durante lo que va de 2015.

Fuente: Zimbio.com
La afición le pedía a gritos a Wenger un volante central, lógico, era lo que faltaba. Quien sabe si el movimiento Coquelin nació o no de una de esas improvisaciones gunnerspero el punto es que nació. Se creó para eso, para mostrarse a si mismo contra altas adversidades, para poder creer en que se puede mejorar, en que se puede revivir de las cenizas.

Eso ha conmovido al Arsenal, porque lo que no fuiste, capaz lo serás; no todo se resume a una monotonía de probabilidades para quien tiene éxito y quien no, hay variables, hay rupturas dentro del sistema, y es Coquelin quien se lo ha demostrado a sus compañeros de vestuario, compañeros que poco a poco, quizá, van entendiendo que se puede ser más de lo que te dicen que eres y serás.

De niños nos han prometido aventuras, y al darnos cuenta de que esa expectación iba a ser sólo eso,ocurrió una cortante frustración. Igual ha pasado en la carrera profesional de Coquelin: Varios miraron a los ojos a Francis para decirle lo buen jugador que iba a ser, y muchos de esos fueron los que luego, al verlo abatido, volvieron a dirigir la palabra hacia él pero esta vez para asegurarle que nunca llegaría a ser aquel buen jugador. Su golpe fue duro. Sin embargo, todo tiene su lado positivo:cuando pierdes todo es cuando eres realmente libre, y eso, eso dio paso a la mejor versión del mediocampista francés.


Porque cualquiera puede luchar con miedo, pero, luchar sin miedo a veces es más difícil aunque no parezca. Tu motivación no queda en el miedo a perder, queda en la incertidumbre de no vivir, de no jugar y de no sentir. Coquelin ha aprendido a motivarse desde esto ultimo, y no desde el miedo a decepcionar. El Arsenal parece de a poco aprender eso, mas claro, siguen jugando con las expectativas de la gente, el cambio nunca es algo fácil, no es para todos el no esperar nada –cosa que no significa mediocridad, ojo-. 

A fin de cuentas es esa misma opción de no esperar nada de Coquelin lo que nos ha traído una grata sorpresa al verlo surgir, y esa opción es aquella que podría manejar el Arsenal para por fin alegrar continuamente a su gente; es una sensación que aísla el miedo a fallar, y si la deciden aplicar seguramente los llevará a ver cada partido como una oportunidad para vivir, para renacer, no una para temer perder y/o decepcionar, no, una para ser lo que siempre han querido –y querrán- ser.