Desde que nací siempre quisiste que yo fuera madridista como tú. Todavía recuerdo que la primera camiseta que me compraste fue la de Raúl en el famoso año de la séptima, y que el primer partido que vi en directo fue un Real Madrid 2 – 0 Espanyol, con dos goles de Morientes, en una noche de 1999. Sin embargo, a pesar de todos tus esfuerzos, yo he seguido otro camino. Puede que te cueste entender que haya escogido una vida de aficionado mucho menos glamurosa que la tuya como es la de la Real Sociedad. Es cierto, los títulos brillan por su ausencia, y nuestras pocas participaciones en Europa han acabado francamente mal en los últimos años. Pero aquí es donde tu te equivocas querido padre, como diría Bill Shankly el fútbol no es una cuestión de vida o muerte, sino de algo mucho mas importante. Yo no quiero luchar por el título de Liga todos los años, yo no quiero jugar contra el Bayern, el United,…Yo solo quiero pasar un buen rato los fines de semana. No me malinterpretes, ojalá la Real Sociedad se convirtiera en uno de los grandes de Europa y le tuviéramos luchando por los títulos, pero al contrario que tú yo disfrutaría de cada segundo en la cima. Yo te veo a ti y a otros aficionados del Madrid amargados porque vuestro «solo» ha quedado segundo en Liga o «solo» ha llegado a cuartos de Champions. No te puedes ni imaginar lo molesto que es esto para los aficionados de los equipos pequeños, y cuando te vuelvas a preguntar porque hay antimadridismo en España, tal vez aquí encuentres la respuesta.
Un ejemplo perfecto de lo que digo es de la temporada 2002/03. De forma totalmente sorprendente la Real Sociedad se coló en la lucha por el título, peleándolo hasta la última jornada. Finalmente el Madrid ganaría la Liga y se quedaría a un paso de jugar su segunda final de Champions consecutiva. ¿Cuál fue el resultado? Mientras que los aficionados de la Real valoraban lo que habían hecho y se disponían para vivir una aventura europea, el Real Madrid echaba a su entrenador (un tal Vicente Del Bosque) por razones que aún no son muy claras (aunque lo mas probable es porque no era tan guapo como Carlos Queiroz). Ahí no acabó todo. Hierro una leyenda del club, se fue por la puerta de atrás, y Morientes (ese mismo chico que marcó los goles del primer partido que me llevaste a ver), titular en las tres finales de Champions que el Madrid había ganado, se marchó a jugar a Francia para gloria de un Ronaldo que ni mucho menos le dio al club lo mismo que Morientes. Creo que nunca vi un ejemplo de mayor justicia poética que la del Mónaco eliminando al Madrid hace ya once años. Pero lo mas terrible para mi, no fue ver que la directiva del Madrid tomaba estas decisiones, sino que vosotros los aficionados las respaldabais. Si, cada vez que el Madrid va mínimamente mal, Florentino es el objetivo de vuestras críticas, pero estaría bien que alguna vez esas críticas se dieran en verano cuando el desfile de deslumbrantes fichajes llega.
Realmente comprendo tu amor por el club, como no hacerlo. La historia del Real Madrid es extraordinaria llena de momentos épicos, pero para mí ese club ya murió para acabar convirtiéndose en una franquicia que solo quiere dinero y títulos, sin pensar en sus aficionados ni en los jugadores que tanto han dado por el club. No es casualidad que jugadores como Özil, Higuaín, Di María, y ahora Khedira, quieran cambiar el Madrid por equipos de menos nivel, y es que en Madrid raro es el jugador que se siente valorado. En la Real Sociedad, aunque no los conozco de nada, considero a mis jugadores como parte de mi familia y no como unos simples cromos que se puedan cambiar. Cuando un Illarramendi o un Griezmann se van del club se me parte el corazón, y es que antes de que vengan grandes estrellas que no sienten nada por la camiseta txuri-urdin, prefiero que cualquiera de los «paquetes» que tenemos rechace una oferta porque esta es su casa. Puede que mi visión del fútbol sea demasiado romántica, pero por ello disfrutare menos. Tu podrás celebrar la décima, la undécima y todos los títulos que quieras, que yo disfrutaré igual el haber podido ganar fuera de casa durante mas de un año. Cada victoria, cada segundo en Europa, es un éxtasis de felicidad, mientras que tu te pierdes muchos de los partidos del equipo de tu alma porque son demasiado fáciles o aburridos. Querido padre, sabes que te quiero, pero en lo que a fútbol se refiere, somos dos personas radicalmente diferentes.
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