Se nos ha ido uno de los nuestros. Hace un par de días fallecía en la cama de un hospital Wilfred Agbonavbare víctima de un cáncer. La enfermedad pudo más que el deseo de poder ver a sus hijos, que se encuentran estudiando en Nigeria, y de los que no se pudo despedir tan solo por unas horas. Fue el último de los traspiés que tuvo que afrontar. La vida no le trató todo lo bien que merecía. Son de esas cosas por las que uno piensa que la vida no es del todo justa.

  El bueno de Wilfred llegó a Vallecas en 1990, y pronto se hizo dueño del marco rayista. En este equipo, el equipo de su vida, llegó a disputar 177 encuentros repartidos en 6 temporadas, lo que le convirtió en el portero con más partidos jugados defendiendo la franja, esa franja que le cruzó el corazón y nunca más pudo dejar a un lado. Incluso llegó a disputar el Mundial de 1994 con Nigeria estando el las filas rayistas.
  En esas 6 campañas, robó el corazón de miles de aficionados entre los que me incluyo. Y no solo hablo como portero, hablo como persona. Willy, que era como se le conocía en el barrio y en el campo, se hacía querer en todos los ámbitos. Desde apoyar las jornadas contra el racismo, hasta hacer de Rey Baltasar ya fuera en el barrio, o en la televisión en el serie Los Ladrones van a la Oficina. Y todo siempre con su eterna sonrisa en la boca y llamando a todo el mundo «amigo». Todos éramos su amigo. No se desenvolvía bien con el idioma, pero esa palabra siempre la tenía preparada, y seguro que la decía de corazón.

  Una vez marchó del Rayo, paso una temporada en el Écija. Después, el maldito destino haría que gastara el poco dinero que hizo como futbolista en ayudar a su mujer a superar otro cáncer, cosa que no sucedió, falleciendo tiempo después.

  Ya como ex-futbolista, alternó ser entrenador de porteros en Coslada, con el trabajo de mozo descargando maletas en el aeropuerto en el turno de noche, mandando gran parte de su sueldo a sus hijos para costear su educación. Comenzaba a formar parte del olvido futbolístico, cosa que a él no le importaba, pero que no merecía por todo lo que había dado.

  En 2011, los Bukaneros le rindieron un merecidísimo homenaje en el estadio, sacándole de ese olvido, y haciéndonos recordar sus estiradas a los que le teníamos como ídolo. Todo el estadio repitió el grito que se le hacía cada Domingo en el estadio…Willy Willy…Willy Willy… los pelos se nos pusieron de punta, los ojos se nos humedecieron, y él nos correspondió aplaudiendo, y con una sonrisa sincera, esa sonrisa eterna que le hacía singular.

  Willy fue un jugador de club, un jugador que puede estar muy orgulloso de su paso por el Rayo Vallecano. Pero realmente somos nosotros los que nos sentimos orgullosos de haberle tenido dentro de nuestra familia, porque Wilfred representó lo que dice nuestro himno… Valentía, coraje y nobleza. Por todo ello, descansa en paz Wilfred, y gracias por todo amigo.

 

Wilfred Agbonavbare, exportero del Rayo, muere víctima de un cáncer | Madrid | EL PAÍS