Escrito por: Vicent Sarrión
A la hora de elegir una imagen que pudiera resumir mi sentimiento respecto al deporte del que hablamos, le di muchas vueltas a la cabeza para encontrar la que mejor reflejaba lo mucho que el fútbol ha influido mi manera de vivir y de ver las cosas. Amigos, salud, disciplina, esfuerzo, perseverancia son sólo algunas de las muchas virtudes que me ha inculcado el deporte rey.
He pasado por muchas fases en el mundo del balompié y todas ellas dejaron en mí un poso de buen sabor humano.
Todavía hoy, casi 30 años después conservo un grato recuerdo de aquellos primeros amigos que conocí persiguiendo aquellos balones duros que nunca se deshinchaban ni hacían efectos raros. Amigos con las mismas ilusiones, las mismas ganas y la misma ingenuidad inocente que tan sólo nos permitía ver y conocer el lado más amable del deporte rey.
Cambié de equipos, cambié de amigos y todos y cada uno aportaron experiencias y aprendizajes que me han hecho tal y como soy hoy en día. Compañeros en derrotas y victorias, en alegrías y desdichas, en desencantos y esperanzas. Sigo encontrándome a algunos de ellos en los más variopintos lugares y seguimos recordando con agrado aquellos momentos.
Con la llegada de los años, dejé de perseguir el esférico en exclusiva para pasar a compartir aquellos aprendizajes y aquellas experiencias con los niños de las siguientes generaciones. Nunca dejé de aprender de todos y cada uno de mis jugadores. Nuevos horizontes, nuevas amistades que también perdurarían en el tiempo. Hoy, muchos de aquellos niños me saludan y sacan de mí la mejor de mis sonrisas. También entre los padres intenté cultivar amistades para recoger el más sincero de los respetos. Sigo saludando a todos cuando los veo por esos campos de fútbol que hoy visito como padre.
Es precisamente como padre cuando me ha cambiado la perspectiva. Si como jugador disfruté de un padre respetuoso con todo el mundo y como entrenador deseé que todos los padres fueran como el mío, como padre intento repetir con mi hijo todo aquello que viví con el mío. Nunca saldrá de mi boca una falta de respeto a todos aquellos que hoy colaboran activamente en la educación de mi hijo. El fútbol lo forma mucha gente y todos se merecen un respeto. Mi hijo me preguntó un día como conozco a tanta gente en cada campo de fútbol donde vamos y su pregunta más curiosa fue la siguiente: Papá, ¿cómo es que tienes amigos árbitros si todos les insultan?. La pregunta me llenó al mismo tiempo de orgullo y de indignación. Orgullo de tener como amigos a aquellos que otra vez fueron jueces en mis disputas balompédicas y supe respetarlos y ganarme su respeto al mismo tiempo. Indignación por la falsa imagen de que jueces y juzgados no puedan tener y mantener una buena relación fuera de los terrenos de juego.
En una palabra, lo más importante que me ha dejado el fútbol, es el respeto. Respeto a las personas, a las normas que nos permiten jugar, a los rivales que sacan lo mejor de nosotros, a los árbitros que nos hacen respetar las normas. En letras mayúsculas, RESPETO.