Una mentira repetida muchas veces termina convirtiéndose en una verdad. Muy cierto. Eso es lo que ha pasado con la historiografía que rodea a la trayectoria del Fc Barcelona y el Real Madrid durante la oscura etapa del franquismo.
Revisionada, manipulada y contada a medias, la historia de dos de los equipos españoles más importantes termina siendo un bulo y un arma arrojadiza para los sectores más fanáticos e ignorantes. 
El todo converge en una misma y eterna pregunta, que bien manipulada y cortada, sirve para menospreciar los logros y la gloria de uno de los más grandes clubes de la historia del fútbol. ¿Era el Real Madrid el equipo del régimen?

«Hay una tendencia a ver con nitidez cosas que no son nítidas. Los matices son importantes. Tendemos a querer plasmar una idea sin matizarla ni explicarla: hasta el más culé entiende que esa identificación del Madrid con Franco no está tan clara».
 SID LOWE

Viajemos atrás en el tiempo y recordemos bien las fechas, que parece ser que se olvidan. La Guerra Civil que dividió a España en dos bandos irreconciliables terminó en 1939, con la consecuente ascensión de Franco al poder, autonombrado Caudillo, instaurándose una dictadura en España de corte fascista (en un intento de emular a Italia y Alemania en sus primeros años) que se rompe tras la muerte del dictador en 1975. En definitiva, unos 40 años de dictadura hasta la tan traída y llevada Transición y la redacción definitiva de la Constitución en 1978.

Demasiadas cosas en 40 años. En lo que se refiere al deporte, la España franquista se miró en el espejo de la Italia de Mussolini y la Alemania de Hitler, sus dos principales referentes. El objetivo era el mismo: el éxito deportivo que reflejara el éxito del fascismo imperante en todas las disciplinas. Algo inherente a todo régimen totalitario y que, por ejemplo, también estaba llevándose a cabo en la Rusia comunista.

El deporte pasa a manos de la DND (Delegación Nacional de Deportes de la Falange Tradicional Española y de la J.ON.S) el 22 de febrero de 1941. Evidentemente, la DND pertenecía a la Secretaría General del Movimiento y su objetivo era la utilización del deporte «para una exhibición de la virilidad y la furia españolas«. El poder de la DND (institución falangista) se extendía a todos los ámbitos: desde el Comité Olimpico Español a la jefatura del departamento de Federaciones Nacionales pasando, claro está, por la Real Federación Española de Fútbol (RFEF).

El primer dirigente de la DND fue el general Moscardó, encargado de la introducción de todo un ritual simbólico en el mundo del deporte (como el saludo fascista al inicio de los encuentros) y recordado por cambiar el tradicional rojo de la camiseta de la selección por el azul.

Si, es cierto. Negarlo sería una estupidez. Durante el franquismo el fútbol estuvo politizado, como ocurría en todos los regímenes dictatoriales. Los éxitos deportivos eran una importante llave diplomática y un importante escaparate para el exterior. Propaganda fascista pura y dura. 

La injerencia falangista en el fútbol en la primera etapa del franquismo fue clave sobre todo para la «radicalización» de dos equipos convertidos por su público en la máxima expresión del nacionalismo vasco y catalán. Hay que señalar que su oposición a la dictadura y su exaltación nacionalista encontraba su capacidad de expresión en el campo de fútbol y poco más, ya que ninguno de los dos equipos devolvió ninguna Liga ni ninguna Copa del Generalísimo. 

Hablamos, claro está, del Athletic y del Barça
La injerencia falangista (siempre en el ámbito del deporte) pronto llegaría a ambos clubes. Una de las primeras medidas que se tomaron desde el DND fue la conversión al castellano del vocabulario inglés en lo tocante al fútbol. De esta manera el Athletic pasó a denominarse Atlético y el F.C. Barcelona pasó a llamarse Club de Fútbol. Todo eso junto a algún que otro cambio en el escudo que no sirvió sino para empeorar más (si es que se podía) las cosas.

Ya situados en el contexto, regresamos a la pregunta de origen. ¿Era el Real Madrid el equipo del régimen? Imposible de demostrar, aunque algunos cronistas e historiadores de la época señalan que a Franco le gustaba sentarse a ver los partidos del Madrid, sobre todo a partir de la llegada de la televisión y la explosión definitiva de la futbolitis.

Una de las teorías que se esgrimen es la cantidad de trofeos que se amontonaron en las vitrinas blancas durante el franquismo. Todos ellos regalados, por supuesto. Los datos hacen tambalear la tésis, ya que, por ejemplo, el Barça es el equipo con más Copas del Generalísimo en su poder.

Durante los primeros 12 años de competición, con Franco ya en el poder, el Barça ganó 5 títulos, por 3 que ganó el Valencia y 2 el Atlético de Madrid (Sevilla y Athletic levantaron uno cada uno). El Real Madrid no se hizo con la liga hasta la temporada 1953/1954. En la década de los 50, culés y merengues se fueron repartiendo títulos, siendo en los 60 cuando el Real Madrid alcanzó su máximo apogeo, ganando 5 Ligas consecutivas de 8 títulos levantados en total en esa etapa.

El Barça ganó 9 Copas del Generalísimo (todas reconocidas por la RFEF), una de ellas al Real Madrid (1967/68), convirtiéndose en el equipo con mayor número de trofeos en esta competición (que es la actual Copa del Rey). El Real Madrid solo alzó el título, que entregaba Franco en persona, en 5 ocasiones.

Otra de las teorías que se ponen sobre la mesa esa la ayuda del régimen al club blanco. Otra afirmación totalmente falsa si nos atenemos a los hechos históricos. En la palestra, por supuesto, el fichaje de Alfredo Di Stéfano es el que alegra el cotarro del tema.

En 1953, Di Stéfano militaba en el Millonarios de Colombia, club con el que el Real Madrid llegó a un acuerdo de traspaso. Concretamente por 89.000 pesos. El Barça, por su parte, decidió negociar con River Plate, conjunto en el que Don Alfredo había jugado de 1947 a 1949, comunicando un mes después de hacerse pública la oferta del Real Madrid (agosto de 1953) que la AFA y el River Plate aceptaban el traspaso de Di Stéfano. La FIFA no estuvo de acuerdo, alegando que los derechos federativos eran del Millonarios, el club en el que militaba Di Stéfano y con el que había negociado el Real Madrid. Entró entonces la RFEF que tomó una extraña decisión. Di Stéfano jugaría en España cuatro años, dos en cada equipo. Para el F.C. Barcelona el caso Di Stéfano fue «una maniobra federativa con aval franquista«. Falso o, matizando, no del todo cierto. Aquí es donde llega la parte que no se cuenta de la historia y también la falta de visión del Barça, como también le ocurriría en Europa (que veremos en la segunda parte).

 
Di Stéfano comenzó su aventura en Colombia debido a una huelga en Argentina. Uno de los motivos del éxodo masivo fue el dinero, claro. Pagaban más. Para evitar males mayores se llegó a un acuerdo, el denominado Pacto de Lima, mediante el cual la FIFA acordó que los jugadores llegados a Colombia pertenecieran al club de acogida hasta diciembre de 1954 y que a partir de esa fecha sus derechos pasarían al club de origen. Millonarios y River Plate en el caso de Di Stéfano. 
Evidentemente el fichaje de la Saeta Rubia fue polémico de principio a fin. La salomónica y extravagante decisión de la RFEF no fue bien acogida en el club catalán pero sucede que en octubre de 1953, Josep Vidal-Ribas, miembro de la comisión gestora del Barcelona, renuncia a todos los derechos de Di Stéfano. Los pobres inicios del jugador en el fútbol español llevaron a los culés a tomar esta decisión, vendiéndose como todo un triunfo en la prensa afín al club al desprenderse de un jugador que no iba a encajar en la Liga. Se equivocaron, claramente.
 
En el caso de Kubala, el Barça contó con todo el apoyo institucional. Es decir, de Franco. El fichaje, uno de los más políticos, se pudo llevar a cabo gracias a la maquinaria política y a un sinfín de presiones hasta el definitivo debut de Ladislao, curiosamente en la Copa del Generalísimo a finales de abril de 1951. Copa que ganaría el F.C. Barcelona.
 

Kubala huyó de su país y se unió a un equipo de exiliados políticos, el Hungaria, que llegó a España para jugar una serie de amistosos con el Real Madrid. El fichaje de Kubala por el Barça fue todo un ejemplo de propaganda anticomunista bien vendido y apoyado por la maquinaria del régimen que terminó en la obtención de la nacionalidad española del jugador con estatus de «refugiado político«. Eso si, Kubala tuvo que esperar dos años desde su debut para vestir la camiseta de la selección española.

En torno a Kubala, el Barça montó un fenomenal equipo con el que ganó 4 Ligas y 5 Copas. Su irrefrenable éxito llevó a una ampliación del estadio, que, ciertamente, se quedaba pequeño.

La construcción se inició en marzo de 1954 y terminó en 1957. Presupuestado en 67 millones, la obra terminó por dispararse en el precio. La deuda, que ascendía a 230 millones, se quiso paliar con la venta de los terrenos de Les Corts, operación que no autorizó el ayuntamiento y que llevó al Barça a una preocupante crisis económica.

Las presiones políticas llevaron a que en agosto de 1962 el ayuntamiento accediera a aprobar la recalificación, no sin ciertas reticencias que terminaron por aclararse en el Pazo de Meirás el 13 de agosto de 1965, gracias a los contactos en el gobierno de Fernández Miranda, director general de Promoción Social y, a la postre, nombrado socio de honor del club.

La recalificación (por la que se obtuvieron 228 millones) se publicó en el BOE  de 23 de septiembre de 1965. Las firmas: Martínez Sánchez-Arjona, ministro de la vivienda y Francisco Franco, Caudillo de España. Por la gracia de Dios.

No iba a ser la única ayuda que recibiría el Barça. Debido a la expansión de su masa social, en 1971 el Consejo Nacional de Deportes concedía al Barça 43 millones de pesetas a fondo perdido. El objetivo: la construcción del Palau Blaugrana y el Palacio de Hielo. Antes de la inauguración de las instalaciones, el F.C. Barcelona tenía a bien entregar a Fernández Miranda y a Francisco Franco una medalla de oro. La inauguración estuvo presidida por el falangista Manuel Valdés Larrañaga, vicesecretario del Movimiento.

Tres años más tarde, el 27 de febrero de 1974, Franco concedía una audiencia a los representantes del club azulgrana que volvían a condecorar al dictador con ocasión de los 75 años del club y conceder también una medalla conmemorativa a Utrera Molina, secretario general del Movimiento. Dicho evento tuvo lugar diez días después de la victoria del Barça contra el Real Madrid. En el Santiago Bernabéu. Por 0-5.