El Martes 2 de Septiembre de 2014 será un día inolvidable para Henry Lee McCollum, el hombre que esperó durante 31 años que se creyera en su inocencia luego de haber firmado, obligado, una declaración en la que afirmaba haber participado en la violación y asesinato de una niña en 1983 en el estado de Carolina del Norte (EE.UU) consiguió finalmente su libertad.
McCollum esperó durante más de tres décadas que el sistema judicial le creyera que no violó ni asesinó a nadie y que aquella noche hace más de 30 años atrás, sólo hizo lo que la Policía le pidió porque estaba asustado y quería regresar a su casa. La semana anterior, la Corte Suprema del estado le declaró inocente, lo sacó del pabellón de condenados a muerte y ordenó su liberación inmediata.
El 13 de Agosto, la revista deportiva alemana Kicker publicaba una entrevista con Franck Ribery en la que el delantero de 31 años renunciaba a la selección francesa después de haber disputado 81 partidos y haber conseguido 16 goles; el jugador galo argumentaba que deseaba dedicarse más a su familia, concentrarse en el Bayern, dar un paso al costado para darle la oportunidad en la selección a muchos jugadores maravillosos y más jóvenes que él. La renuncia del atacante del Bayern Múnich no ha caído nada bien en Francia y aunque para algunos este no es más que un hasta luego, para otros como Michel Platini este es un acto de deserción y ya amenazó con castigarlo hasta con tres partidos de suspensión con su club si mantiene su negativa.
Vayamos a la norma. El Reglamento sobre el Estatuto y la Transferencia de Jugadores (RETJ) establece que, por regla general, todo futbolista inscrito en un club se obliga a responder afirmativamente si es convocado para formar parte de uno de los equipos de sus país, solo que, si el jugador informa por escrito su intención de renunciar a ser llamado puede salvar la situación, pero siempre debe hacerse antes de que la convocatoria se haga efectiva. Son normas reciprocas, como las sanciones al club si rehúsa liberar a uno de los suyos o también al jugador o a la asociación si este se reincorpora a la disciplina de su equipo con retraso en más de una ocasión.
Ahora, el presidente de la UEFA está presionando a su paisano para que reconsidere su decisión a través de un chantaje en el que el interés patrio está por encima de cualquier decisión personal del jugador y, por supuesto, sin que importen para nada las consecuencias causadas al club, que es el que al final le paga a los jugadores. Entendería una postura así en un tipo como Blatter, que nunca jugo futbol ni en los picados de su barrio, pero es extraño que semejante propuesta salga de la boca de quien fuera uno de los mejores volantes de la historia del futbol galo y que conoce a fondo todos los sacrificios a los que se somete un internacional.
Ni a McCollum ni a Ribéry, a nadie se le puede obligar a nada. Lo más probable es que si Franck no quiere acudir al próximo llamado de su selección, no lo haga, incluso si no ha comunicado su renuncia previa por escrito, como está previsto y basta que alegue que no se encuentra bien anímicamente y eso será suficiente. Entonces, quizás la única consecuencia sea que los servicios médicos de las FFF le sometan a un examen médico y en cualquier caso, es improbable que sea sancionado, máximo no pasará de una advertencia. Pero la renuncia inicial de Nasri y ahora la de Ribery, revelan que el talento se le está escapando a Deschamps como agua en cántaro roto y las amenazas de este tipo muy seguramente no lo van a llenar, lo terminaran de agujerear.