Partido táctico que controlo el City y en el que el Chelsea apenas si creó peligro pero se defendió muy bien. Schürrle abrió el marcador para los blues que parecía que iban a quedarse con los tres puntos hasta que el destino quiso que fuese Frankie Lampard el que empatara el partido.

Domingo, 21 de septiembre 2014
Etihad Stadium, 45.602 espectadores.

MANCHESTER CITY 1

Frank Lampard 85′

CHELSEA 1

Schürrle 71′

 

MANCHESTER CITY XI: Hart, Zabaleta, Kompany, Mangala, Kolarov, Milner, Silva, Touré, Fernandinho, Kun Agüero, Dzeko.

CHELSEA XI: Courtois, Azpilicueta, Terry, Cahill, Ivanovic, Matic, Ramires, Fábregas, Hazard, Willian, Diego Costa.


La historia del partido es fácil de resumir. Un disparo de una leyenda blue con la camiseta de los citizens que no puede atrapar Courtois. Silencio sepulcral. Lampard se levanta y no lo celebra. Empate a uno y reparto de puntos. Fin de la historia.

Mourinho formó como de costumbre. De nuevo Courtois en meta, protegido por la línea de cuatro que conforman Azpilicueta, Terry, Cahill e Ivanovic. Cambio en el doble pivote con Matic y Ramires y Fábregas algo más adelantado, para conectar con la línea de tres que montó con Hazard y Willian y Costa como referencia en punta.


Pellegrini hizo debutar a Mangala, que hizo gran partido junto a Kompany. Tiene gran pareja de centrales el City y parecen congeniar muy bien. Formó con un clásico 4-4-2. Hart en portería, línea de cuatro con Zabaleta, Kolarov y los mencionados Kompany-Mangala. En el centro del campo Touré-Fernandinho  secundados por Milner y David Silva y Agüero y Dzeko como los hombres de ataque.


Las intenciones se vieron claras nada más escucharse el pitido inicial. Sin novedad en el frente. El partido iba a ser del City. El Chelsea regaló el balón, quizá demasiado, hasta que se espabiló un poco y equilibró las fuerzas.


La segunda parte siguió el guión establecido. Pero algo había cambiado. Se habían repartido tarjetas amarillas a diestro y siniestro en la primera mitad y eso acabó pesando. Entrada de Zabaleta a Diego Costa, que había estado batallando con toda la defensa citizen, especialmente con Kompany, y segunda amarilla. Roja y a la calle. Pellegrini se vio obligado a recomponer el sistema y Mourinho decidió dar un pequeño paso hacia adelante. Muy pequeño pero esencial. Su apuesta para el partido había sido Willian. Salió rana, ya que el brasileño se marcó un partido pésimo. Dio entrada entonces a Schürrle, un jugador que se ha convertido en su comodín y que trabaja mejor que nadie en la sombra. Gol del alemán, por supuesto.


Entonces llegó el destino, esta vez bastante cruel. Pellegrini dio entrada a Frank Lampard. Sonora ovación de todo el estadio. Y tuvo que ser él. Frankie enganchó un balón y batió  a Courtois. Se levantó y, obviamente, no quiso celebrarlo. Le había marcado gol al equipo de su vida, en el que se convirtió en una leyenda. Cosas del fútbol. Quizá por eso nos gusta tanto.