Salieron las alineaciones y todo era bonito. Un paraíso. Resurgimiento de las cenizas. El once acojonaba. Y acojonaba de verdad. Llovía confeti y todavía faltaba una hora para el comienzo del partido. 

Entonces las redes sociales se volvieron empalagosas. Amor eterno a Van Gaal. A Di María. A Falcao. Lluvias de elogios, piropos, babas. La puñetera Aldea del Arce.


Y comenzó el partido. Bam, bam. Conexión Falcao-Van Persie para el gol del holandés. Y llegó el golazo de Di María. Explosión de amor. De los hinchas red devilsy de los toca pelotas que todavía juran en arameo por que el Real Madrid le dio puerta al argentino. Todo era amor. Y amor del bueno. Del empalagoso hasta matar. De ese que ensalza todas y cada una de las virtudes pero que deja ciego ante los mil defectos. Amor a raudales. Uno se sentía como Alex DeLarge, pero en vez de estar atado en una silla viendo ultraviolencia, le habían clavado una sesión continúa, en replay, de «Love Actually«. 

Si, condicionó mucho la jugada del penalti (que no era) y la expulsión de Rafael. Pero el tema terminó 5-3, con un United descosido capaz de cometer el mismo error una y mil veces. Y con tanto nombre en las filas y tanto currículum en el banquillo, un penalti riguroso no es excusa.
En el otro lado estaba Nigel Pearson. Sonriendo y a la par flipando con el marcador del King Power. 5-3. Al Manchester United. El año pasado se salió en la Championship y ha logrado crear un bloque rocoso y trabajador. Ulloa, Vardy, Nugent, Drinkwater. Jugadores al servicio de la causa. Y Cambiasso. Con 35 tacos.
 
A martillazos.
Podríamos decir que al Liverpool le va a pesar la Champions. Pero teniendo en cuenta el dispendio veraniego en fichajes y que venció al Ludogorets búlgaro sobre la bocina gracias a un penalti insulso, como que queda mal.
El bocado del Aston Villa no fue suficiente y contra el West Ham los reds saltaron a verlas venir. Y las vieron. Otro pinchazo importante y la sensación de que las piezas no encajan. 
 
¿Qué hiciste Frankie?
La ley del ex o cosas del fútbol moderno. Frankie Lampard abandonó el Chelsea como una leyenda y se marchó al New York City. Pero como solo estaban él y David Villa y quedaba un rato para comenzar el baile, cesión al Manchester City que te crió.
El domingo en el Etihad Pellegrini, ese hombre que se cansa de contestar a Mourinho pero al que le falta tiempo para soltar la pulla (con mucha diplomacia, eso si) decidió sacar aLampard cuando el City perdía 0-1 y Zabaleta había sido expulsado por jugar con el listo de la clase.
La ley del ex o cosas del fútbol moderno. Gol de Lampard. Quizá el más triste de su carrera. Aún así, la peña se rompió las manos ovacionándole. Frankie agradecía el gesto todavía sin ser consciente de que había marcado al equipo de su vida. Y de que una historia de amor terminaba.

Las papeletas de Pardew.
El dueño de las urracas, Mike Ashley, se había cansado de repetir por activa y por pasiva en la previa del Newcastle vs Hull que pasase lo que pasase Alan Pardew no iba a ser despedido. Pardew está renovado hasta 2020 (¿¿??) y ponerlo de patitas en la calle cuesta un pastón. Eso sí. El Newcastle es último y salvó un milagroso punto gracias al doblete de Papiss Cisse. 

Solsjkaer y Magath out.
El Cardiff se queda sin entrenador. Vincent Tan, el tailandés también conocido como el hombre empeñado en cargarse un club de fútbol, ha decidido prescindir de los servicios del ex del Manchestr United al frente del club galés. Los resultados podían ser mejores si. Pero el tema no viene precisamente de ahora.
Lo de Felix Magath era la crónica de una muerte anunciada. El Fulham sigue en caída libre (es último con un punto). El sin Dios llegó contra el Nottingham Forest (líder de momento en la Champioship), donde después de remontar un 2-0, cayeron 5-3 en cosa de tres minutos.