Otro derbi de Merseyside, uno de los duelos más bonitos de la Premier League. El marcador lo abrió Steven Gerrard para los reds. Cuando moría el partido, Jagielka enganchó el balón y anotó un tremendo gol para poner las tablas en el marcador.

Sábado, 27 de septiembre de 2014.

Anfield, 44.511 espectadores

LIVERPOOL 1
Steven Gerrard 65′

EVERTON 1
Phil Jagielka 92′


LIVERPOOL XI: Mignolet, Manquillo, Skrtel, Lovren, Moreno, Gerrard, Henderson, Markovic, Sterling, Lallana, Balotelli.


EVERTON XI: Howard, Hibbert, Stones, Jagielka, Baines, McCarthy, Besic, Barry, Mirallas, Naismith, Lukaku.


Sin duda, el derbi de Merseyside es uno de los enfrentamientos más atractivos de la Premier League y uno de los encuentros más románticos que tiene el fútbol inglés. Con muchos años en sus espaldas, la rivalidad entre los dos equipos del Mersey, separados por metros, se traduce en emocionantes y vibrantes partidos que siempre dejan bonitas postales y, últimamente, algún que otro marcador para el recuerdo.

Los dos equipos llegaban al derbi bastante tocados. Con unas cuantas derrotas consecutivas a sus espaldas en la liga, Liverpool y Everton necesitaban de los puntos. El conjunto de Martínez seriamente tocado tras los recientes pinchazos y con fases en las que parece no carburar demasiado bien y el Liverpool con un inicio que hace pensar que las cosas no van a ser como el curso anterior.

Salió mejor el conjunto de Brendan Rodgers, ganando bien todas las acciones al Everton y poniendo a prueba una y otra vez a Tim Howard, que se cansó de detener y despejar balones. Uno de los damnificados de la primera mitad fue el jugador de los toffees Gareth Barry, condicionado por su tempranera amarilla, que a punto estuvo de costarle un penalti al Everton (mano clara que no interpretó como tal el árbitro) y de ganarse la roja tras una entrada a Balotelli.

Cuando el Liverpool se cansó de buscar la portería de Howard y se relajó, el Everton equilibró las fuerzas, con un Lukaku creciendo por minutos y convirtiéndose en la peor pesadilla para la defensa red. Junto a él, dejaron algo de peligrosidad Baines y Naismith y la peor noticia fue la lesión de Mirallas, que se tuvo que marchar a los 30 minutos y fue sustituído por McGeady.

El Liverpool notó el crecimiento del Everton y se ofuscó en colgar balones desde los laterales con los españoles Manquillo y Moreno. Alguna buena jugada de Henderson y algún pase de Skrtel hacían el resto mientras Sterling carburaba para inventarse alguna diablura y Balotelli se empeñaba en hacer la guerra por su cuenta. El italiano contó con varias ocasiones, pero se le vio egoísta, como si jugara solo e intentaba cosas tan rocambolescas como mantener el balón en estático y disparar a puerta para ver si sonaba la flauta.

El gol tuvo que llegar de las botas, como no, del incombustible Steven Gerrard. El capitán botó una falta y la puso allí donde Tim Howard no pudo llegar. El Liverpool olía unos necesarios tres puntos para ir cogiendo fuerza.

Pero la Premier es la Premier y el derbi de Merseyside es el derbi de Merseyside. En el descuento, con el partido agonizando y los puntos para los de Anfield, un córner despejado por los reds caía a los pies de Jagielka, que se sacó un latigazo que se metió por la escuadra de Mignolet.