En septiembre de 2007, Steve Way llego a los 33 años pesando más de 100 kilogramos, fumaba unos 20 cigarrillos al día, bebía alcohol y pasaba noches sin dormir por causa de la tos, un día comenzó a interesarse por correr para comenzar a bajar de peso y alejarse de los vicios. A finales de julio, ese mismo hombre que convirtió las carreras de larga distancia en un pasatiempo, alcanzo a liderar durante gran parte del recorrido el maratón de los Juegos de la Commonwealth y finalizo en décimo lugar. Ahora, Way se prepara para el reto mundial de 100 kilómetros en Doha, Qatar, en Noviembre, y con una marca personal de 6h 19m 19s, tiene una posibilidad real de oro.
Hace algunas semanas, el diario español MARCA informó que el Barcelona le había pedido a Juan Guillermo Cuadrado que se declarara en rebeldía y así presionar a la Fiorentina para que ceda su incorporación al equipo catalán; de esta forma, Luis Enrique pretende que se repita la maniobra seguida con el fichaje de Mathieu, que tomó la misma postura con el Valencia. Esta estrategia del Barcelona responde a la incapacidad del culé para hacer frente a los 40 millones que pide el Club italiano por el lateral colombiano; la presión del jugador al hacer públicas sus ganas de abandonar el conjunto italiano, podría ayudar a que la Fiorentina rebajase el precio que pide por el colombiano.
Las historias de jugadores que se rebelan con sus actuales instituciones no son nuevas, algunos que lo consiguieron tuvieron finales diferentes; Kerembeu lo hizo con la Sampdoria rumbo al Madrid, pero los merengues lo sufrieron con Makeleley Robinho cuando se fueron a la Premier. El delantero Sergio Agüero igual, como su futuro no se resolvía, no acudió a los entrenamientos del Atlético de Madrid a la vuelta de vacaciones y todo acabó con el argentino en el Manchester City. Las más recientes fueron las posturas de Cesc Fábregas en el Arsenal para irse al Barcelona y las de Luka Modric y Gareth Bale para que el Tottenham les dejara irse al Real Madrid y el más famoso, el brasileño Ronaldo que lo hizo del Ajax al Barça y del Inter al Real Madrid.
Pero algunos que lo hicieron, no obtuvieron el tan anhelado traspaso; Frank Ribery, del Bayern, estaba decidido a dejar el club bávaro en 2009 para fichar por el Real Madrid, incluso lo dijo públicamente y llegó a no entrenarse, sin embargo el Bayern no cedió. Wayne Rooney quería irse la temporada anterior pero el United se mostró inflexible en su intención de no vender y el inglés acabó quedándose para renovar hasta 2019; Carlos Tévez intentó hacerlo en el City, el club inglés aguantó el pulso con firmeza y el delantero estuvo sin entrenarse ni jugar durante dos meses. El último «caso Premier» fue el de Luis Suárez, quien manifestó a comienzos de la anterior temporada sus deseos de cambiar de aires y el Liverpool alcanzó a rechazar dos ofertas del Arsenal.
Tanto la rebeldía de un hombre a continuar con su vida sedentaria como la de futbolistas a seguir en sus clubes, siempre existirá. Los rebeldes están jugando con fuego, a veces la maniobra surte efecto y el traspaso se da, pero si esto no ocurre, el futbolista tiene que tragarse su orgullo para seguir en el equipo dueño de su pase con el consabido malestar de directivos, alguna sanción económica y continuar jugando delante de una afición que no le perdonará su gesto. Lo claro acá es que Cuadrado no quiere acabar como otro «viola», el peruano Juan Vargas, que perdió su oportunidad de emigrar a un grande; ahora la pregunta es, si todos estos jugadores ya lo hicieron una vez, ¿qué les va impedir hacérselo al nuevo club que recién los contrata?