50 años después, el Chelsea volvía a levantar una liga. Era el año 2004 y se sentaba en el banquillo un portugués que había pegado el pelotazo en el Oporto y que volvería a situar al Chelsea en el mapa futbolístico mundial. El mismo año, para acompañar a jugadores como Robben, Cole, Duff, Gudjohnssen o Kezman, aterrizaba en Londres, Didier Drogba, marfileño que había debutado en el Le Mans y que colocó su nombre en las agendas de varios equipos tras su paso por el Olympique de Marsella y por el cual Abramovich pagó 24 millones de libras. El Bridge estaba ante una leyenda, aunque aún no lo sabía.
Su primera temporada estuvo lastrada por las lesiones (su primer gol lo anotó contra el Crystal Palace), aún así, en 40 partidos, Drogba anotó 16 goles. El Chelsea se convertía en campeón de la Premier, levantaba la Copa de la Liga (con gol de Drogba contra el Liverpool) y se quedaba en semifinales de Champions. En su segunda temporada, Didier comenzaría como un tiro, anotando dos goles en lo que sería el primer título del Chelsea, la Community Shield (contra el Arsenal) y los bluesvolverían a ganar la Premier.
Al año siguiente, Drogba se haría con el dorsal 11 (hasta entonces había vestido el 15) que estaba en posesión de Duff. 30 goles en su segunda temporada (Dixon había alcanzado esa cifra en la 1984/85) lo habían convertido en uno de los jugadores, con mayúsculas, de la historia de Stamford Bridge. Su nombre quedaría ligado al Chelsea y también al entrenador que le había hecho aterrizar en Londres, José Mourinho, que terminó saliendo de aquella manera del equipo blue. Mourinho pasó y Drogba permaneció en el Chelsea. Seguía siendo El Perro, un depredador. Un delantero total y letal con el gol en la cabeza. Superó a Peter Osgood como máximo anotador en Europa (17), alcanzó la final de la Champions (fue expulsado y el Chelsea eliminado en penaltis) y también conoció la cara más amarga, la de las lesiones, las sanciones (6 partidos le metieron después de aquel mítico partido contra el Barça en Europa) y la sequía goleadora. Vio pasar a Scolari, a Hiddink y a Ancelotti por el banquillo del Chelsea. Alcanzó la cifra de 37 goles en todas las competiciones y fue sumando títulos individuales a su palmarés.
Drogba había forjado ya su leyenda, que remató un 27 de febrero de 2012 cuando anotaba su gol número 151 y pasaba a convertirse en el cuarto goleador histórico del Chelsea. Hasta entonces vio pasar tres títulos de Premier, tres FA Cup, dos Copas de la Liga y dos Community Shield.
Y el 19 de mayo de 2012 en el Allianz Arena, el éxtasis. Di Matteo en el banquillo del Chelsea. Había caído ya el Barça. La gloria esperaba y no podía volver a escaparse. Enfrente el Bayern de Munich. En el minuto 82, Müller había anotado el 1-0 para los alemanes. Estaba ocurriendo otra vez, el Chelsea veía escaparse la Liga de Campeones. Pero ocurrió. En el minuto 88 los blues empataban. Drogba empataba. Entonces era su último partido. Stamford Bridge aplaudiría para siempre a su héroe. La Champions era de color azul tras un épico partido.
Vinieron después China (Shanghai Senhua) y Turquía (Galatasaray). Entre tanto, el portugués que había hecho que aterrizara en Londres probó los banquillos de Inter y Real Madrid. Regresó Mourinho después de su periplo y en su vuelta terminó el año de vacío. Tocó descansar y reforzar el equipo. La Premier se acerca y los rumores cada vez eran más fuertes. Stamford Bridge quería. Stamford Bridge lo añoraba. Stamford Bridge deseaba ver otra vez al marfileño vestido de azul. El 25 de julio de 2014 se hace oficial el regreso de Didier Drogba al Chelsea. Un año. Otro año más. La leyenda vuelve a casa.
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