Noche histórica. Noche apoteosica. Noche de ensueño. Noche para no olvidar. Ni en el mejor guión escrito hubiéramos podido imaginar ninguno de los madridistas ,temerosos por otra caída en semifinales, la cuarta consecutiva, que este partido hubiera sido así. El todopoderoso Bayern, aún más poderoso de la mano del laureado Pep Guardiola en el Allianz Arena estadio en el que el Real Madrid no ha sido capaz de ganar. Su bestia negra, el infierno alemán, su afición que haría del estadio una caldera, los árboles ardiendo y un Pep Guardiola confiado en su método de posesión como único modo de juego. Todos estos eran los precedentes, asustan a la vez que motivan sobre todo para poder romper con esa “maldición” que impedía que el Real Madrid pudiera pasar de semifinales. El dicho “ A la tercera va la vencida” el Real Madrid lo ha reinventado con su “A la cuarta va la vencida” y por la puerta grande, añadirían. Batiendo el récord de goles anotados en la máxima competición , 36 goles, y con un líder Cristiano Ronaldo que batía el récord de goleadores en toda la historia de la Champions, con 16 goles.
Sin complejos, sin miedo y con confianza, dejando a un lado ese complejo de inferioridad frente al vigente campeón de la Champions, el Bayern de Munich. Partido perfecto, partido de equipo, en el que los héroes han sido Sergio Ramos con sus decisivos dos goles de cabeza en tan solo 4 minutos que servían para resarcirse de ese penalti fallado en las semifinales de 2012 y de las anteriores declaraciones de Neuer burlándose de su disparo, la revancha se consagro y de la mano del más damnificado de sus protagonistas, y Cristiano Ronaldo, el de casa el de siempre, con su también doblete que ha servido para confirmar esa plaza en la ansiada final y aumentar su marca goleadora. Un Real Madrid muy superior, que ha dejado sin argumentos al equipo alemán y ha conseguido después de 12 años esa final tan merecida con un 0-4 devastador e histórico.

12 años, ni uno más ni uno menos, doce años de decepciones, de ansia, de lágrimas,de resignación. 12 años para volver a estar en la gran final de la Champions. Después de tres decepciones anteriores, después de tres años casi tocando esa final, que hicieron que todo el madridismo bajará de un plumazo de sus sueños de conseguir la décima, hoy por fin el equipo blanco esta donde desde hace tres años se estaba mereciendo estar. Después de esa tanda de penaltis que hizo que hizo gritar de rabia y tristeza a cada uno de nosotros. Después de ese 4-1 frente al Borussia Dormunt que nos hizo comprender que ese parecía año que sí, que era el nuestro, pero que solo lo pareció. Llegaban las semifinales de nuevo tras una lección que el Dormunt nos dio en Alemania con una casi remontada ante un Real temeroso. Lección necesaria para no despistarse ni un minuto más, para entender que en la Champions no puedes relajarte ni con la más amplia ventaja. Necesaria para que en el Allianz Arena con un 0-3 a favor en el marcador el Real Madrid siguiera como en el primer minuto, con la misma intensidad, concentración, el mismo orden y las mismas ganas de más. 12 años que hoy se disipan que desaparecen de nuestra mente, que se borran, porque este equipo con este cuerpo técnico han conseguido llegar a esta final soñada. Han conseguido que creamos en que si se puede, que confiemos en un equipo al que compromiso no le falta, que disfrutemos con cada partido y nos sintamos orgullosos con cada derrota.

Este año nos tocaba, este si que si, Alemania no nos podía ver caer de nuevo, el madridismo no podía volver a quedarse con esa espinita del “casi si,pero no” y estos jugadores no podían volver a perder la oportunidad de esa gran final. Ayer fue el día ,si, no es un sueño, e independientemente del rival que tengamos enfrente en Lisboa, independientemente de todavía no haber conseguido nada, de que para levantar ese trofeo a los espartanos les queda la más dura de las guerras, independientemente de todo, esta final significa más que eso, significa el cierre a una etapa de frustración, significa el orgullo que ayer sentimos toda la afición por todos y cada uno de los jugadores y del entrenador – el gran responsable en la sombra-, por su lucha y por llevar a los más alto del fútbol europeo el escudo por el que todos morimos, por sudar esa camiseta con conciencia de que millones de personas la sudan con ellos, caen con ellos y se elevan al cielo con ellos. Esta final significa el premio a un esfuerzo titanico,a una Champions impecable y significa que seguimos luchando en esta batalla por un sueño de 12 años que esta a tan solo un paso de nuestras manos. El cielo está aún más cerca.

Miriam Olivas Padial (@miri_olivas)
Fotos (Real Madrid C.F)