En Vallecas no levantan cabeza. El equipo se encuentra en lapenúltima posición del campeonato, sólo superado en su desgracia por un Betis cuesta abajo y sin frenos. La situación del Rayo no tiene pinta de mejorar, y es que su técnico, Paco Jémez, se empeña en jugar por encima de las posibilidades que tiene su actual plantilla. La abultada derrota contra el Barcelona por 6-0 ha hecho saltar las alarmas.

Nadie duda de la valentía del planteamiento del equipo, pero el cementerio está lleno de valientes. Deben amoldar el juego a las limitaciones de los jugadores, y entonces, sólo entonces podrán intentar salvarse, ya que de esta manera están condenados a descender al infierno. Aunque quizás no sea sólo culpa del planteamiento, sino también de jugadores que no dan el nivel.

El Rayo no tiene defensa. Triste y dura pero cruda realidad. Con Gálvez, su mejor central, lesionado, tiene que recurrir a inventos como Saúlcustodiando la retaguardia, posición que no desempeña en absoluto, acompañado de un desafortunado Zé Castro. Un buen jugador como es Trashorras, se ve sólo, no puede jugar, ni hacer jugar. Un equipo lleno de eternas promesas, que sí, que te pueden hacer un partido estelar, pero están otros diez ausentes, veasé el caso Iago Falqué o Jonathan Viera. Y luego con jugadores veteranos, pero que no son grandes jugadores, como Larrivey o Nery Castillo.

La escasez de fondo de armario también es un grave problema. Si no cuentas ni con once jugadores titulares, como para encontrar recambios en el banquillo. Plagado de cesiones y de jugadores que acaban contrato, en el caso de mantenerse un año más, se las van a ver duras el año que viene para dar un poquito de guerra. Y es que si te mantienes constantemente en la cuerda floja, o te caes, o se acaba rompiendo.

Echan mucho de menos en el barrio madrileño a Piti y Javi Fuego, pero sobre todo, a Michu. Cuantas tardes de gloria han dado entre los tres, llevando a los vallecanos casi a Europa. No se han encontrado todavía unos recambios de garantías para estos treds grandes jugadores, y lo están notando pero bien.
A Jémez se le está acabando el crédito. Ha pasado de ser uno de los entrenadores más queridos, a ser uno de los más criticados, incluso por su propia afición. No vale con jugar bien, hay que ganar. Si no se acaba pronto la cabezonería de Paco, en las oficinas rayistas se van a tener que ver obligados a destituirle. Debe cambiar, por el bien propio, y el bien del equipo.

La preocupación y el miedo asaltan Vallecas. Un año en las sombras, el horror, el pozo, nadie quiere imaginárselo. La solución al problema seguro que ya está en marcha, y es muy probable que no alegre a todas las partes, pero nunca llueve a gusto de todos. Lo único que está claro es que todos van a tener que dar el 110% en el campo, cada partido encararlo como una final y una batalla que hay que ganar. Si no, la muerte del Rayo estará más que anunciada.