Dado que la memoria en el fútbol es tremendamente frágil, vamos a comenzar este año refrescando algunas ideas. Esta semana se cumplen dos años de la llegada de Simeone al banquillo del Atlético de Madrid. En estos dos años, el Atlético ha conseguido: una UEFA Europa League, una Supercopa de Europa, una Copa del Rey (ganada al Real Madrid en el Bernabéu el pasado mes de mayo), volver a ganar en al Real Madrid en partido de Liga 14 años después, mantenerse en segunda posición dos tercios de la pasada temporada y mantenerse también segundo esta temporada, cuando se llevan 18 jornadas disputadas, habiendo firmado un excepcional registro de 49 puntos logrados sobre 54 posibles.

Esto, a pesar de lo que se apunta desde algunos sectores, no puede basarse sólo en la suerte. Eso se base en el excepcional trabajo desarrollado por el tándem formado por Diego Simeone y el Mono Burgos (apoyados por el profeOrtega), que estudian hasta el último detalle de cada partido y de cada rival, que tienen un auténtico laboratorio en lo que se refiere a jugadas a balón parado, que han sido cocineros antes de frailes, que entienden perfectamente la idiosincrasia de la afición colchonera, que saben sacar lo mejor de cada jugador (desde un plano futbolístico), que han convencido y siguen convenciendo a todos los estamentos del Club de su filosofía del “partido a partido” pero que, sobre todo, han hecho que los jugadores salgan a morir en cada partido, salgan a dejarse la vida en el campo y, como decía Courtois tras el partido de Copa ante el Valencia, a jugar cada partido como si fuese una final.

Si unimos todo lo anterior a un puñado de buenos jugadores (2 ó 3 de ellos, excepcionales), a casi todos los cuales Simeone está consiguiendo sacar su rendimiento máximo, empezamos a tener las claves de lo que lleva siendo este Atlético los últimos dos años. Tengo la impresión (como cabía prever, por otra parte) de que los últimos partidos le cuestan más al Atlético, de que ya no es el equipo tan fresco de los primeros meses de temporada y de que el inevitable bajón físico está llegando.  Y puede que los resultados en las próximas semanas no sean tan espectaculares como han sido hasta ahora.
Todo eso puede ser. Pero, hasta entonces, por favor, dejen de llamarlo suerte.