Hay días en los que es mejor no levantarse. En el caso de David Moyes, hay semanas en las que la mejor idea que puedes tener es cubrirte la cabeza con el edredón y dejar pasar los días postrado en la cama en un estado cercano a la hibernación.
El United venía de perder en la jornada intersemanal por 0-1 en casa ante el Everton de Roberto Martínez. Ese Everton en el que hace no mucho tiempo, David Moyes cortaba el bacalao.
La jornada del fin de semana comenzaba con un apetecible Manchester United versus Newcastle, y con ganas de ver a los red devils solucionando el tropezón contra los toffees. Pero no ocurrió.
El United salió al Teatro de los Sueños (al que algún cachondo ya ha bautizado como el Teatro de las Pesadillas) sin Rooney pero con Van Persie ya recuperado de su lesión acompañado por Chicharito. Enfrente los de Alan Pardew encabezados por Sissoko, Gouffran y Remy. Un Newcastle ordenado, casi perfecto tácticamente y que supo plantar cara al United. Un United que comenzó bien, controlando el partido pero que se fue dejando llevar poco a poco. Un par de ocasiones en la primera mitad. Y un buen inicio de segundo tiempo. Pero no metía el suficiente miedo. Hasta que se apagó la luz.
Bien Januzaj, que siempre deja detalles y muy mal partido de Evra, que no dio pie con bola. El empate no era el peor de los males. Pero Cabaye montó el Cristo cuando anotó en el 61′. Entonces vino algo parecido a un empuje de los de Moyes mientras el drama se instalaba en las gradas de Old Trafford. Las imágenes de los aficionados que se emitían por televisión eran un verdadero poema. El United quería levantar el desastre pero era incapaz en todas las líneas. Medio dormido y totalmente desdibujado. Por más que el pobre David se desgañitara en la banda.
Entró al campo Zaha por Nani, Anderson por Cleverley y Valencia por Rafael ya cerca del 80′. Moyes buscaba darle la vuelta al partido, pero en el terreno de juego sus muchachos parecían estar a otra cosa.
El runrún ya era insoportable. Y entonces, la gente comenzó a dejar sus asientos. No veían al equipo para mucho más que para conceder otros tres puntos en casa. 11 años después el United volvía a perder dos partidos consecutivos en Old Trafford. Ese estadio en el que los aficionados decidieron marcharse antes de tiempo para tomarse una pinta en un pub y olvidar la temporada que se está marcando el Manchester. Ese estadio en el que los que se quedaron despidieron con pitos a Moyes. Ese Moyes que seguro se marchó pensando que hubiese estado muy bien en su cama, tapado con el edredón en un estado cercano a la hibernación.
Un artículo de: Álvaro Ramírez.
@alvarord83
@YoSeDeLaPremier