Si algo existirá siempre en el fútbol es el eterno debate entre el ganar sea como sea contra el ganar jugando bien. En el artículo de hoy hablaremos de un equipo que aunque no practicaba un fútbol tan defensivo como el que se le atribuye a los equipos italianos de forma histórica, la forma en la que se hizo campeón dolió a mas de uno. Estoy hablando del PSV campeón de Europa en la temporada 1987-88. En pleno segundo apogeo del fútbol holandés, el PSV se convirtió en el tercer club holandés capaz de hacerse con la orejona. Esto a priori no resulta demasiado destacable, pero por lo que este campeonato paso a la historia es porque el PSV no ganó ni un solo encuentro desde los cuartos de final hasta ganar la final en la tanda de penaltis. Esta forma tan atípica de ganar la competición ha hecho que con el paso de los años se recuerde a este PSV (entrenado por un en entonces prometedor Guus Hiddink) como un equipo mezquino, resultadista, y aunque es cierto que el conjunto holandés a veces dejaba atrás el tradicional fútbol holandés por uno mas conformista, los boeren (“campesinos”) tenían un equipo muy competitivo. 

 

El PSV había sido el dueño de su liga en las últimas temporadas, sin embargo el máximo triunfo continental se le resistía logrando llegar a cuartos de final como mucho. Hiddink, que había sido segundo de Jan Reker y de Hans Kraay las anteriores tres temporadas, se hizo con el puesto de primer entrenador, teniendo a su cargo una gran plantilla que posteriormente aportaría cinco de sus jugadores principales a la Holanda campeona de la Eurocopa. La portería era defendida por Hans Van Breukelen, un extraordinario portero que fue clave en la eliminatoria contra el Madrid. La defensa la formaban Eric Gerets, Ivan Nielsen, Ronald Koeman y Jan Heinze. Aunque todos lograron cierto prestigio internacional, solo Koeman fue el único que llegó a triunfar realmente fichando por el Barcelona un año mas tarde. 

 

El PSV era una mezcla de calidad y trabajo y esto lo podíamos ver en el centro del campo. Edward Linskens y Berry Van Aerle (ambos jugadores de no mucha calidad) se encargaban del trabajo sucio por así decirlo, mientras que la calidad la ponían jugadores como Gerald Vanenburg, Soren Lerby y Frank Arnesen. El punto flojo del conjunto era la delantera, principal responsable de que el PSV no pudiera ganar ni un solo choque desde los cuartos de final. Kieft y Gillhaus, aunque eran habituales en las listas de la oranje, no eran delanteros de gran olfato goleador. Irónicamente, Romario, que llegó un año después, no pudo igualar los logros logrados por estos delanteros.            

En la primera ronde el PSV se enfrentó al campeón turco, el Galatasaray. Como ocurre todavía hoy en día, el estadio del Galatasaray es siempre una visita difícil, pero fuera de casa el nivel de los turcos baja bastante. El PSV aprovecho este bajón de su rival sentenció la eliminatoria con un 3-0. En el partido de vuelta el turco se hizo notar y antes del descanso el Galatasaray ya ganaba 2-0. Sin embargo los turcos ya no lograron ningún gol mas y el PSV pasó a octavos. En la siguiente ronda el PSV venció sin dificultad a un inferior Rapid de Viena tras ganar la ida en Austria 1-2, y 2-0 en casa. Este triunfo sería el último del PSV en la competición. 

 

 

 

En los cuarto esperaba el Girondis de Burdeos, el cual estaba viviendo su etapa dorada en Francia tras haber ganado tres de las cuatro ligas francesa, mientras que en las semifinales tendrían que enfrentarse al todopoderoso Real Madrid de la Quinta del Buitre que llevaba gobernando en España durante años. El resultado de la dos eliminatorias fue exactamente el mismo. El PSV jugó ambos partidos de ida fuera de su estadio y en donde tuvo que aguantar el aluvión de los equipos rivales. Gracias a su solidez en defensa, y a las grandes actuaciones de su guardameta Van Breukelen, el PSV solo encajó un gol en cada eliminatoria. En esos mismos partidos de ida, el PSV logró un valioso gol fuera de casa, haciendo que el empate a cero en Holanda le diera el pase. Aprovechando que Madrid y Girondis no salieron con el mismo ímpetu que en su estadio, y a la ya mencionada buena defensa del PSV, estos lograron que ambos partidos de vuelta acabaran empate a cero logrando llegar a la final gracias al valor de los goles fuera de casa. El PSV había vencido a dos de los mejores equipos de Europa sin ganarles en ninguno de los dos partidos. 

 

La eliminatoria con el Madrid fue la mas igualada y la que acabó pasando a la historia. La Quinta del Buitre, considerado uno de los mejores equipos de la historia del Real Madrid, parecía iba a alzarse con el título tras vencer al Napoli de Maradona, al actual campeón de Europa, el Oporto, y al Bayern en semifinales. Además, el Madrid llevaba cosechando muy buenos papeles en Europa, ya que en las tres últimas temporas el Madrid había ganado dos Copas de la UEFA, y llegar a las semifinales de la Copa de Europa. El choque de ida comenzó marcado por el penalti cometido por Van Breukelen sobre Hugo Sánchez, el cual fue anotado por el propio jugador mexicano. Poco después un error de Buyo llevó a que Linskens logrará empatar el choque. Este gol afectó al Madrid y su fútbol empezó a ser desordenado y precipitado. Si a eso le añadimos el plateamiento ultradefensivo del PSV con unos ferreros marcajes sobre Butragueño, Míchel y Gordillo, el Madrid fue incapaz de perforar la portería holandesa. A pesar de todo los madridistas llegaron a la portería rival de forma peligrosa, pero
Van Breukelen compensó su error inicial con un gran partido, culminado con una legendaria estirada a un remate de cabeza de Hugo Sánchez. En el partido de vuelta el Madrid intentó plantear el partido lo mas ofensivamente posible, pero las peligrosas contras del PSV que estuvieron a punto de anotar en tres ocasiones hicieron que el Madrid se lo tomara con mas calma. El partido acabó sin que al árbitro añadiera nada, lo que provoco la cólera de los jugadores madridistas. El Madrid había perdido su mejor oportunidad en 22 años de recuperar la corona europea, mientras que Europa miraba asombrada como el PSV había podido dejar fuera de la final a un equipo tan legendario.

 

 

En la final esperaba la otra gran revelación del torneo, el Benfica. La final se jugaría en Stuttgart y esta no brilló por su brillante fútbol ya que ambos equipos tenían la oportunidad de hacer algo totalmente histórico para sus clubes, lo que llevó a un aburrido empate a cero final. Probablemente ambos equipos pensaron que la posibilidad de los penaltis era algo muy factible, y decidieron preparar los lanzamientos penales a conciencia los días anteriores al partido. Esto tuvo sus consecuencias y ambos equipos anotaron sus cinco penaltis. El partido se decidiría en los dos primeros lanzamientos extras. Janssen había marcado para el PSV, por lo que si Van Breukelen detenía el lanzamiento de Veloso los holandeses se harían con la Copa de Europa. El penalti fue horriblemente lanzado por el capitán del Benfica y el PSV ganó el título. Oficialmente el resultado del partido fue de empate a cero, por lo que el PSV volvió a ganar sin haber ganado el partido. Lo hecho por el PSV ese año no se ha vuelto a repetir, lo que demuestra que el fútbol resultadista no siempre es eficaz, pero a veces puede dar tan buenos resultados como cualquier otro tipo de fútbol.