Superlativo, así podría describirse el trabajo hasta ahora de Diego Pablo Simeone en el Atlético de Madrid.
A un mes de cumplir su segundo año como técnico del Atleti, el balance no podría ser más positivo, los colchoneros son uno de los equipos más en forma del
mundo, agresivos, luchadores y molestos, la viva imagen de lo que el argentino era como jugador.
A esto hay que añadirle los tres títulos logrados, primero la Europa League ante el Athletic, meses después la Supercopa de Europa ante el Chelsea, y este año la Copa del Rey ante el Real Madrid en el Bernabéu, sin duda el título más celebrado y recordado por todos los atléticos. Ya había ganas, ya era hora.
Por si estos no fueran méritos suficientes, cabe recordar que Simeone llegó a un club en una situación crítica, eliminado a las primeras de cambio de la Copa y realmente mal en Liga. En verano de ese año llegarían los dos primeros títulos. Admirable.
Este año si cabe, las cosas van aún mejor para los colchoneros, segundos en Liga, aguantando el pulso a los todopoderosos Barcelona y Madrid, y clasificados como primeros de grupo a falta de dos jornadas en la Champions. Este Atleti va en serio, y lo que es mejor, tiene el techo donde él lo quiera poner.
Y todo esto no sería posible sin el Cholo, quien además de transmitir su gen ganador a este equipo, ha sabido unir el vestuario y lo más importante, ha conseguido sacar lo mejor de cada jugador, hacerlos mejores. Tal es el caso de Raúl García, al que la llegada del Cholo le ha venido como anillo al dedo cuando hasta él mismo se veía desahuciado, Koke, que en un año se ha hecho un hueco en las convocatorias de la selección, o el nuevo ídolo rojiblanco, el hispano-brasileño Diego Costa, a quien ya se disputan los equipos más potentes de Europa.
Con estos resultados, como no podía ser de otra manera, Simeone es un verdadero Dios para el Calderón, que partido tras partido entona el cántico de su líder, para que los guíe a su lugar de grande de España, donde después de mucho tiempo está ahora. El Atleti ha vuelto, y ha vuelto para quedarse.