El Real Madrid se estrenó este domingo en Liga y lo hizo con una victoria corta y trabajada (2-1 ante el Betis). Un partido que tuvo en Isco su cara positiva (marcó el gol del triunfo y fue de lo más destacado del equipo blanco) y a Casillas en el lado negativo.La suplencia del capitán madridista dio lugar a una imagen infrecuente incluso en la era Mourinho. Durante el calentamiento merengue, Iker decidió no trabajar con el resto de sus compañeros. Fue el canterano Tomás Mejías el encargado de calentar en las tareas dedicadas habitualmente para el portero suplente. Durante los casi 35 minutos que duró el trabajo para los porteros, Casillas apenas se dedicó a corretear por el área grande de su equipo junto con el propio Mejías mientras Diego López se entrenaba en una portería colocada ex profeso para el trabajo del arquero titular.


Pasados unos cinco minutos, Iker le ‘cedió’ los bártulos a Mejías y se dedicó a ver como el canterano calentaba a Diego junto con el preparador de portero. Después, se marchó hasta el centro del campo para asistir como un espectador de lujo a lo que sucedía en el resto del campo madridista. Cabizbajo y con las manos a la espalda, el de Móstoles paseó de un lado a otro del campo mirando a sus compañeros o al terreno de juego madridista. Fue entonces cuando llegó el momento del típico calentamiento de tiro que realizan los jugadores que disputarán el partido. Esta tarea suele hacerse con el portero suplente bajo la portería mientras el titular sigue con sus ejercicios específicos. Sin embargo, esta vez fue Mejías el encargado de hacerlo. Una actitud poco frecuente que llevó a más de un aficionado blanco a pensar que Iker sería baja de última hora por algún problema físico. No fue así.
Casillas acudió a su cita con el banquillo del Bernabéu como lo había venido haciendo en los últimos seis meses y lo hizo, además, con gesto más serio que de costumbre. Parecía más tocado que nunca por una decisión, la de su suplencia, que lo pilló por sorpresa al igual que al resto de la plantilla blanca. Él creía que sería titular. Así lo pensó que sería el portero que jugaría frente al Betis. Sus compañeros, también. Sin embargo, fue Diego López el encargado de iniciar la Liga. Y su actuación fue soberbia. Malo para Casillas. El capitán apunta a suplente en los próximos partidos. Veremos si se confirma la tendencia. Mientras, él sigue tragando saliva. Su futuro es incierto. De ahí su actitud. Una actitud que habla de mala sensaciones. Es la depresión de Iker Casillas.
                                                                  (Articulo realizado por Pablo Norte)