El Barcelona tiene una idea muy clara de cómo manejar su cantera, clarísima. Los jugadores de categorías inferiores deben pasar por todas y absolutamente todas las fases de formación que en este club se establecieron. Según rendimiento en cada una de ellas, el futbolista promocionará o no. La fuga de talentos es una constante complicada de subsanar, es inevitable su existencia pero el Barcelona ha sabido tomar buenas decisiones al respecto. Si hay un futbolista que interesa a algún otro club de las categorías inferiores el Barcelona analiza la situación siempre particularmente. Si ve que hay una posibilidad considerable de que se ajuste en un futuro a lo que el primer equipo exige, el Barça apuesta por el chaval y si, por contra, observan deficiencias difícilmente corregibles, a tomar viento.

 Luego hay casos como el reciente de Antonio Sanabria que se encontraba en las fases finales de formación, algunos clubs pujaron por él y el Barcelona le ofreció la renovación de un contrato que expiraba en escaso tiempo. El futbolista pidió ficha del primer equipo y la directiva dijo que ‘nanay’, su firme idea de completar la formación paso a paso se impuso a la posibilidad de perder un delantero de gran proyección como el paraguayo; y le dejó marchar. En los últimos 10 años el Barcelona sólo ha tenido que arrepentirse de 2 futbolistas vendidos de la cantera, y tuvo que recomprarlos a un precio superior al que lo vendieron; tan mal no les ha ido. Los futbolistas a los que me refiero son Cesc Fàbregas y Gerard Piqué. Hoy me centro en el último.

¿Qué decir de Gerard? Trataré de no guiarme por la pasionalidad del momento, puesto que admiro profundamente las cualidades del central catalán pero en estos dos últimos años tales admiraciones han mermado en la misma medida de su rendimiento. Pero Piqué es un defensor central de alto nivel, TOP para entendernos. Domina tanto la anticipación como la espera, así como el juego aéreo, la cobertura y el posicionamiento. Su salida de balón es exquisita, quizá la mejor del mundo en cuanto a centrales se refiere. Es inteligente y elige con asiduidad la opción correcta: cuándo tirarse al pie contrario, cuándo aguantar, dónde colocarse en un 1×1 y un muy largo etcétera. Es un defensa completísimo, que incrementa su rendimiento exponencialmente cuando es sumiso y no jefe de la zaga. Le gusta que le controlen y le digan lo que hacer, actitud que no casa bien con su explosiva personalidad. Pero además de todo ello es un goleador inusualmente efectivo.

Su capacidad para devolverse en el área con pasmosa facilidad le ha valido para ofrecer a su técnico una carta preciosa de alternativa atacante. Cuando el partido se le atasca al conjunto barcelonés por defensa colisionada rival, Piqué es una estupenda opción para cazar balones ya sea por alto, como en rechace o, como en múltiplas ocasiones, para asistir certeramente. Estas aptitudes hacen de Piqué un central muy válido para cualquier técnico y su juego viene de perlas a todo un FC Barcelona, el club de su vida.