Después de un pequeño análisis de pretemporadas de varios equipos y de observación a sus diferentes cuerpos técnicos me han llamado la atención varios detalles que podrían corregirse o sobre los que se tendrían que trabajar porque se hacen bajo una base de acercamiento o cohesión pero en realidad crear confusión.
Un entrenador o entrenadora, no es solamente alguien que enseña sobre un deporte, alinea o instruye, también es una persona que crea referentes, educa y lidera. Dicho esto, de las peores cosas que pueda hacer la persona encargada de un equipo es no cuidar escrupulosamente su lenguaje. Me da igual si te vas por la derecha que por la izquierda, como si te vas con la rubia o la morena, lo importante es que te vayas. ¿Está siendo consciente ese entrenador del mensaje que está transmitiendo a jugadores juveniles en unas edades en que aquello que dice puede tener unos efectos devastadores entre ellos? Hay muchos ejemplos de utilización incorrecto del lenguaje o nada acertados. Tira para arriba se utiliza para expresar a un jugador o jugadora que ocupe posiciones ofensivas. Mi reflexión es la siguiente: ¿tan pobre es nuestro lenguaje que no podemos hablar de fútbol en el mismo fútbol?
Otro ejemplo observado es la de vestirse del mismo color que la plantilla. Lo considero un error totalmente evitable. ¿Un error por qué? Utilizar los mismos colores que los jugadores o jugadoras no nos acerca más al vestuario, por el contrario, crea muchísima confusión cuando nos metemos en los rondos, partidos preparatorios o demás tareas con la pretensión de corregir dificultando la rápida identificación visual dejando al jugador o jugadora la labor de encontrarnos a través del estímulo sonoro, por la voz. Es menos rápido y mucho menos eficaz. Si fuera de otro modo y no tuviera importancia alguna la diferencia de color para la rápida identificación, no tendría sentido alguno vestir a los dos equipos que se enfrentan de diferente color, así como la indumentaria del árbitro y sus asistentes y los demás jugadores o jugadoras que están fuera del rectángulo de juego.
Por último y como máxima defensora de crear buen ambiente entre futbolistas y cuerpo técnico, es un error querer forzar la amistad. El jugador o jugadora debe conocer su rol y el entrenador o entrenadora también. ¿Hay que conocer a cada componente de la plantilla? Por supuesto y no solamente eso, hay que saber cuándo apoyar, cuándo escuchar o cuándo mantener una charla más allá del fútbol. Pero los límites son importantes, no se puede confundir con colegueo, ingenuidad o confianza extrema. Lo que se vive dentro de los equipos o de los deportes colectivos, no se logra desde individualidades, pero también hay que tener claro que el vestuario es de los jugadores y jugadoras, es su lugar de desahogo, de cohesión y de libertad. Participar de sus bromas o no darles su espacio puede llevarnos a todo lo contrario de lo que pretendemos y en lugar de crear y conservar un grupo unido terminaremos por fomentar silencios y desconfianzas.
Dejemos el juego a quiénes lo juegan y ocupemos el lugar que nos corresponde. No es fácil dejar de jugar y ocupar un banquillo pero desde ese primer instante en que lo hacemos, debemos realizarlo con todas las consecuencias. Educación, liderazgo, lenguaje futbolístico y respeto a cada espacio. Te aseguro que lo demás lo pondrá la pasión por este deporte.