La samba y el toque, el gen futbolístico de Mazinho diseccionado en dos ramas. El legendario mediocentro brasilero, curtido en su país natal, en Italia y en España, fue el mejor profesor del balompié para sus hijos, Thiago y Rafinha. Iomar do Nascimento brilló en el Valencia, pero en Vigo fue más especial, enamoró a la afición, por las calles gallegas hablan de su conocimiento del juego y su rigor táctico, leía los partidos como si fueran libros. Viajando por la historia futbolística de Vigo, a nivel amateur e infantil, hablamos con Diego, un aficionado celeste que conoce las primeras patadas de los Alcántara, porque se lo han contado y porque lo ha vivido. En el equipo del Colegio Los Sauces, de fútbol sala vigués, dieron sus primeros recortes, filigranas y goles. Cuentan que la pelota los superaba en tamaño, pero ellos la tenían amaestrada.

Thiago a Rafinha: "Es más fácil que juguemos juntos en el Celta que en el  Barça" - AS.com

 

“De Thiago, me quedo con la pisada y el giro.
De Rafinha, con la explosividad y el cambio de ritmo”.

Thiago encontró un gran socio, su primo Rodrigo, actualmente en el Valencia. Juntos consiguieron algo histórico, ganar con el Ureca una liga, dejando atrás a equipos como el Celta y el Pontevedra. Los que disfrutaron de aquellos partidos, no lo dudan: “Thiago es el mejor jugador que vi, veo y veré en nivel infantil, era un escándalo”.

En aquella temporada, la gente iba ilusionada a ver algo más que un partido, un estilo, así lo relatan, como una película de superación. Ahondan más en el pasado: “Rodrigo siempre estaba listo para recibir el pase de Thiago, era un killer. Ambos estaban a otro nivel, muy por encima del resto, tanto de sus compañeros como de sus rivales”.

Rafinha no tuvo una asociación letal, él era diferente, polivalente y con mucho carisma. Sabedor de su rol, jugaba la primera parte de portero y la segunda, de jugador. El regate era diferente al de Thiago, encima era zurdo, así que compararlos sería injusto. El Celta, en horas bajas con la cantera, decidió llevarlo al torneo de Canal +.
Despuntó escandalosamente, gran prueba de ello es que el F.C. Barcelona, optó por llevárselo prácticamente a la vez que Thiago.

Mientras en el Camp Nou ya se cuchicheaba con dos hermanos talentosos hispanobrasileños, hijos de Mazinho. Thiago se batía en duelo ante su mejor beneficiario, Rodrigo, en una final de Copa del Rey de categoría juvenil. Mientras, Rafinha se curtía con los cadetes, aunque iba sobrado. Brasil y España empezaban a anotar sus nombres para convocarles.

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Años después, Thiago debutó con la absoluta española y Rafinha con la canarinha. Sus carreras son muy parecidas, con muchos paralelismos y antítesis, ya que, algún día los podríamos ver enfrentarse en un mundial.

El Barça consideraba que Thiago estaba preparado para ir tomando el relevo de Xavi. De manera testimonial al principio, dos partidos en dos años. En su tercera temporada actuó en doce encuentros (2010-2011), en la cuarta fueron veintisiete y en la quinta, última de blaugrana, también veintisiete. En esos encuentros consiguió siete goles, una cifra interesante, ya que su virtud está en los pases y las asistencias. Se sintió poco querido en Barcelona, con pocas oportunidades para su calidad. Se fue a Bavaria, Múnich, donde comenzó su sueño y su calvario.

El talento y la pausa de Thiago, adorados por Guardiola, sólo se han visto en veintitrés encuentros en tres años. Una larga lesión y una posterior recaída, que le privó de defender a España en Brasil, tuvieron la culpa, esas piedras en el camino le han hecho más fuerte. Tal y como él reconoce: “Estoy preparado para cualquier reto”. El dolor y el sufrimiento parecen tener recompensa y la gente espera grandes cosas de este futbolista.

Su hermano Rafinha ya estaba preparado para dar el salto al primer equipo, pero algunas incorporaciones le cortaron la progresión. Vigo era una opción interesante, el romanticismo de vestir la misma camiseta que su padre guardó durante tanto tiempo, más la motivación de estar con su madre y con su hermana en la ciudad celeste, le hicieron coger esa cesión con ilusión.
Un aliciente más, el último, estaba Luis Enrique al frente del proyecto, al que conocía bien de su etapa en el filial blaugrana.
Su desparpajo y ganas de triunfar le llevaron de nuevo a Barcelona. Con el Celta disputó más de treinta partidos, hizo cuatro goles, dio muchas asistencias y hacía que la grada de Balaídos se viniera arriba con sus chispazos de magia. Hablamos de pases con el exterior, desplazamientos largos y regates creativos, nacía un nuevo estilo, el pulmón técnico con fuerza y calidad.
Luis Enrique recibe la llamada del Camp Nou y su primer fichaje es un cedido, había estado a sus órdenes. Rafinha era el jugador número doce en el Barça para Lucho. Con la consecución

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del triplete, la imposibilidad de fichar y el adiós de Pedrito, las puertas de la titularidad se abrían para Rafinha. El destino fue cruel con Thiago, también con Rodrigo y no tuvo piedad con Rafinha. El aguerrido y poco estético mediocentro belga de la Roma, Nainggolan, trituró su rodilla con una afilada entrada.
Mazinho estará triste y dolido, abatido por la partida que les ha tocado jugar a sus hijos fuera del campo. Primero, Thiago por partida doble, y ahora Rafinha, todo ello cuando mejor estaban ambos, contaban con la confianza y el beneplácito de sus técnicos. Las injusticias en el fútbol siempre desestructuran los planes, pero el trabajo suele tener recompensa.

Mazinho estará triste y dolido, abatido por la partida que les ha tocado jugar a sus hijos fuera del campo.