Nada se nota más que no pasársela bien un parque de diversiones. Este fue el caso de una mujer cuando su esposo se negó acompañarla en una atracción en Disney World; su marido escribió «Estaba muy molesta porque no quise subirme con ella. Era el final de un largo día con los suegros y sencillamente no quise subirme. Así que ella decidió ir sola, y cuando salió del juego, me dio la foto y me dijo, “¡Hice esto por ti!”. (http://i.imgur.com/i28SbKO.jpg). La imagen se volvió Meme.
No hay peor ciego que el que no quiere ver. No se trata de revanchismos ni de pasar facturas, se trata simplemente de reconocer lo que todo el mundo ve jornada tras jornada. El Barca más terrenal de los últimos tiempos fue superado esta semana en Champions y su técnico se ha lanzado contra un periodista de TV3 tras perder en París, en otra de sus acostumbradas rabietas donde él nunca es culpable. Pero que Luis Enrique sea maleducado con la prensa no es noticia. Si en la época de bonanza con los resultados a favor, ya mostró su característico agrandamiento y prepotencia, ahora que llegan las derrotas su comportamiento mantiene la misma línea y deja mal parada a la institución que le paga su salario y se aleja de nobles “valors” que fomenta su club.
El hombre que hundió a la Roma y casi hace lo mismo con el Celta, tuvo una racha que coincidió con una MSN inspirada y ahora se cree el inventor del futbol. Luis Enrique aborrece al periodismo y si de él dependiera, tampoco acudiría a las ruedas de prensa, considera a los periodistas enemigos naturales, buitres que únicamente buscan un tema polémico con el que entretenerse toda la semana, son meros aficionados que no tienen mucha idea de fútbol. Esta situación se hizo más evidente cuando fichó por el club culé y aunque ha ido empeorando a lo largo de los últimos meses, lo de Paris fue la cereza del postre; los integrantes de las distintas redacciones son claros, el entrenador del Barcelona es insoportable y esa actitud está colmando la paciencia de la prensa.
Pero el tema acá no es solo de prensa, es de un técnico que no lee los partidos, que no toma decisiones, que no se dio cuenta que algún día Messi no le salvaría, que no leyó los mensajes que le enviaron el Alavés, el Málaga, el Celta, el Betis, la Real, el Atlético, el Athletic, el Sevilla y que vive aislado en su arrogante burbuja. El equipo apenas compite, el futbol no aparece a pesar de tener muy buenos jugadores, el Barça juega mal o solo juega bien a ratos como si hubiera olvidado lo que eran la posesión, la posición y la presión que permitían controlar los partidos, conservar el balón, tener continuidad en el juego dando la sensación de autoridad y jerarquía que metían miedo a toda Europa. En eso lo convirtió su entrenador, en un equipo tieso que tiene chispazos.
Así como a Luis Enrique le sobra prepotencia y soberbia, le falta mano izquierda para conducir el vestuario del Barcelona y carece de ideas en las instancias definitivas; el técnico blaugrana ha tenido decisiones contradictorias que no han hecho estallar la crisis porque se han ido ganando partidos y aunque los problemas del equipo no radican solamente en sus decisiones es evidente que serían menos si estuviera más y mejor capacitado. Es claro que la plantilla culé ha perdido calidad y ha ganado años pero la situación se hace más grave aun cuando el entrenador no hace autocrítica, es un tipo al que parece que le corre vinagre en las venas, destila veneno cada vez que se le acerca un micrófono y vive en una amargura constante en vez de disfrutar un poco de su situación privilegiada. El petulante asturiano se suicidó, se subió a su ego en Paris y salto.