Peñaranda, abrazándose con Sandoval, tras lograr la victoria.
El año pasado fue Success, este año, más precoz aún, Peñaranda. El Granada no ha esperado como hiciese otros años al mercado invernal para buscar revulsivos, los cuales puedan invertir un problema al que está acostumbrado año tras año. Una problemática que peligrosamente se ha convertido en algo común, sobre todo los dos últimos años, y esa es nada menos que coquetear íntimamente con el descenso.

Pareció un recurso a la desesperada de Sandoval para salvar su puesto, que sumada a la baja de El Arabi frente al Athletic, no tuvo más remedio que buscar una solución en el filial para confeccionar un once de garantías, esa solución no era otra que Peñaranda. Curiosamente, ese partido lo venció el Granada de manera solvente por 2-0. No bastó más que un partido para que el joven venezolano de 18 años, demostrara un buen grado de garra, ganas e ímpetu, tres aspectos que han hecho que Sandoval se entusiasme con el joven delantero.

Peñaranda, emocionado al lograr el segundo gol ante el Levante.
Posiblemente todo esto se haya visto ayudado por la opinión de gran parte de la afición rojiblanca, en la que concurre la falta de sangre del que hasta hace poco era el delantero titular, El Arabi. Un hecho, que de una manera u otra, ha abierto un poco más si cabe la puerta en el once a Peñaranda. Pero el joven del filial rojiblanco no se ha conformado con ver un poco abierta esa puerta, si no que la ha derrumbado como si se tratara de una puerta de papel, algo que ha logrado a base esfuerzo, confianza, y goles.

Él solo fue capaz de derrotar al Levante (1-2). Dos jugadas suyas, una de definción, y otra de calidad y aguante, terminaron en gol. Dos goles que dieron una victoria importantísima al Granada frente a un rival directo. Dos goles que le llevaron a emocionarse, y a ganarse la confianza de su entrenador. Un diamante, que por suerte para el conjunto rojiblanco, está aún por pulir.
Artículo realizado por David Jesús García Leyva (@DavidGLeyva).